La 'primavera tropical' está fuera de control en las calles
El malestar de Brasil, que comenzó por la subida del transporte, mantiene las protestas y se acerca ya a los estadios de fútbol
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarLejos de diluirse con las promesas gubernamentales de atender las demandas, el malestar de los brasileños, etiquetado ya bajo el nombre de 'primavera tropical', crece desde la base y está fuera de control en las calles. Ayer, en Fortaleza, en el nordeste de Brasil, los descontentos llegaron a tres kilómetros del estadio Castelao poco antes del partido de la selección brasileña contra el combinado mexicano en la Copa Confederaciones que organiza la FIFA.
Miles de personas lanzaron consignas contra el Gobierno de Dilma Rousseff y protestaron contra los gastos en eventos deportivos que los concentrados sólo podrían ver por televisión, en el mejor de los casos. Los manifestantes intentaron acercarse al estadio e impedir el paso de los aficionados, pero la Policía, que desplegó a unos 500 efectivos, intervino con bolas de goma, gases lacrimógenos y spray de pimienta para dispersar a los más exaltados.
Sao Paulo, donde las autoridades sopesan retirar el aumento de la tarifa de transporte que encendió la mecha de las revueltas, ya amaneció con tres protestas en distintos puntos de la ciudad y sus suburbios, con cortes de calles y avenidas desde primera hora. Si bien con menos asistentes que los que se congregaron en las últimas noches, las concentraciones -con notable presencia femenina- se hicieron notar y exigieron la rebaja del precio de los billetes y un mejor servicio.
Hubo dos interrupciones de calles en San Bernardo do Campo, el barrio del expresidente Luiz Inacio 'Lula' da Silva, y otras dos en la zona oeste y en el sur de la ciudad, con presencia de activistas del Movimiento de Trabajadores sin Techo y de Periferia Activa.
La ciudad paulista trasnochó el martes con una manifestación multitudinaria en torno al edificio de la Alcaldía, donde un grupo enardecido rompió cristales y puertas en un intento de entrar. Quemaron un vehículo de la televisión, saquearon comercios de electrónica y amagaron con irrumpir en el Teatro Municipal, donde un centenar de personas asistía a la ópera.
El prefecto Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, calificó los desmanes de «atrocidades» que «no contribuyen al desarrollo de la ciudad». Haddad aseguró que mañana respondería a la demanda de reducir los precios del transporte, aunque advirtió de que si se aprueba la rebaja habría que detraer fondos de otras partidas.
El descontento creciente de los manifestantes se expresó también en la encuesta de la consultoría Ibope divulgada ayer, que mostró no solo un incremento en el porcentaje de brasileños que están de acuerdo con las movilizaciones sino una caída en la valoración positiva del Gobierno de Rousseff: la aprobación a la presidenta cayó del 63% al 55% entre marzo y junio.
De Neymar a Ronaldo
Las jornadas de movilización se están reflejando también en el mundo del fútbol, donde estrellas, exjugadores y dirigentes fijan posiciones. «Quiero un Brasil más justo, seguro y honesto», dijo Neymar antes del encuentro con México.
Ronaldo, ahora miembro del Comité del Mundial 2014, insistió en que este evento «es una oportunidad increíble» para atraer turismo hacia Brasil.
La organización eligió el peor momento para comunicar que el coste de las obras alcanza ya los 9.700 millones de euros, entre estadios, comunicaciones y otros proyectos de turismo e infraestructura. La iniciativa rebasa ya ampliamente los 9.179 millones que se habían presupuestado hasta febrero pasado.