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Los gasolineros confirman el acopio de gasoil por Bretón

El día anterior a los hechos se llevó 60 litros en garrafas

Córdoba Actualizado: Guardar
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La tercera jornada del juicio contra José Bretón ha arrancado con la declaración de los empleados de la empresa en la que el acusado adquirió los más de 270 litros de gasoil que supuestamente fueron empleados para acelerar la hoguera en Las Quemadillas. Éstos han certificado que el acusado visitó las instalaciones en numerosas ocasiones, se llevó distintas garrafas llenas de gasoil y las metió en el maletero de su coche.

El primer testimonio fue el de Vicente, un vecino de la urbanización de El Portil, que fue el encargado de mediar para que Bretón pudiese adquirir el combustible a un precio más reducido «unos diez o quince céntimos por litro». Esta persona llevó al acusado a su empresa en el verano de 2011 «como un favor y porque estaba parado, aunque luego viendo lo que compró me he sentido utilizado porque abusó».

Junto a él, lo más destacado fue la declaración de la administrativa de la empresa que, tras llegar de vacaciones el 15 de septiembre, vio a Bretón «seis veces» en las semanas previas a la desaparición de los pequeños. «Venía hasta dos veces por semana. La última fue el día 7 de octubre cuando le cobré 80 euros por más de setenta litros de combustible».

La administrativa indicó que ese día -el anterior al trágico suceso- le llamó la atención lo madrugador que fue el padre de Ruth y José «llegó a las nueve de la mañana cuando los ordenadores ni siquiera estaban encendidos, se lo dijimos y nos comentó que acababa de dejar a los niños en el colegio». Los consumos de Bretón eran facturados como «amigo de Vicente» y constan cuatro tickets desde mediados de septiembre: uno por 49, otro por 70, otro por 76 y el último por 75. Total, 270 litros.

Tanto la fiscalía como la acusación particular como el propio escrito conclusorio del juez instructor del caso, José Luis rodríguez Lainz, coinciden en que José Bretón pudo acopiar tal cantidad de gasoil para emplearlo en la fogata junto a leña de olivo y donde pudo quemar a sus hijos, alcanzando temperaturas de 1.200 grados centígrados.