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Ruth Ortiz declaró junto a una mampara que ocultaba a su ex marido, José Bretón. :: EFE
ANDALUCÍA

«Al conocer la desaparición supe que no volvería a ver a mis hijos»

Ruth Ortiz describe ante el jurado una vida sumisa con una persona controladora y manipuladora

CECILIA CUERDO
SEVILLA.Actualizado:

La misma noche en que José Bretón, acusado de la muerte de sus hijos Ruth y José, avisó a su ya exmujer de que había perdido a los niños en un parque, ella supo que «ya no volvería a verlos». Llevaba tiempo viviendo «con miedo», según relató ayer en el juicio, porque se había dado cuenta «de la maldad que tenía» y de que no era la persona con la que se casó. La madre de los menores se dirigió al jurado con una mampara a su derecha que pidió que se colocara para no tener que ver a su expareja, que escucho el testimonio

Durante cerca de dos horas, la madre de los pequeños Ruth y José relató cómo era la convivencia con Bretón, al que describió como una persona rencorosa, manipuladora, controladora y al que no se le podía llevar la contraria. Según descubriría más tarde, su familia se lo consentía por miedo a que intentara suicidarse, como ya hizo en el pasado.

Dijo que ha estado «viviendo con un asesino en potencia», y que José Bretón le dijo que no se iba de este mundo «sin matar a alguien»

Ruth se convirtió en un robot, sumisa a su exmarido. «No era ella, estaba anulada, era como un zombie», coincidieron poco después su madre Obdulia y su hermano Estanislao ante el jurado, aunque poco podían hacer porque ella no pedía ayuda. «No ha sido consciente de que fue, es y será una mujer maltratada», resumió su abogada.

Bretón se encontraba a disgusto en Huelva lo que habría provocado que aumentaron los gritos y los malos modos. La situación se hizo insostenible aseguró la madre. Varias veces plantearon la separación, una opción descartada por Bretón porque, según le dijo a unos amigos, «esto es lo que ha tocado». En esas conversaciones, el padre nunca se interesó por los niños, solo por el dinero común.

Emoción de la abuela

Pero cuando el planteamiento se hizo realidad, y Ruth le pidió separarse, Bretón mostró un enfado inusual, según declararon conocidos, a los que insistió en que «haría todo lo posible por quedarse con los niños» y llevárselos a Córdoba para que rompieran todo contacto con la familia materna.

En este sentido, uno de los momentos más emotivos de la jornada se vivió durante la declaración Obdulia , que relató como el 7 de octubre, cuando Bretón fue a Huelva a recoger a los pequeños, la niña se puso a llorar porque escuchó a su padre decirle a la abuela que iba a ser la última vez que vería a los pequeños porque no pensaba traerlos de vuelta.

Pese a que no le gustaba la idea, Ruth dejó que los niños estuvieran los fines de semana con su padre por consejo de su abogado y del psicólogo. La noche del 8 de octubre de 2011, cuando Ruth se enteró de que sus hijos se habían perdido, pensó que era una broma, pero enseguida sospechó que su exmarido «tenía a los niños», dijo entre lágrimas. En ese momento, aseguró, se dio cuenta de que había estado casada con «un asesino en potencia».

Los amigos de la pareja que declararon en la tercera sesión del juicio también ratificaron la conducta machista y controladora de Bretón, especialmente con sus hijos.

Dos de ellos negaron haber quedado nunca para comer con el acusado el sábado de la desaparición, mientras que un tercero contó su extrañeza por la conducta que el acusado mostró en las horas posteriores a la desaparición de los niños porque «no era la de un padre que ha perdido a sus hijos». Este amigo, agente de Policía, aseguró que ya en la primera explicación que le ofreció José Bretón sobre lo sucedido en el parque encontró diversas contradicciones.