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Putin, Cameron, Obama y Hollande, ayer, tras posar en la foto de familia de la cumbre. :: BERTRAND LANGLOIS / AFP
MUNDO

Putin se beneficia del desacuerdo en el G-8 sobre Siria

ÍÑIGO GURRUCHAGA CORRESPONSAL
LONDRES.Actualizado:

Los líderes del G-8 (EE UU, Canadá, Japón, China, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, los siete países más industrializados, más Rusia) cerraron ayer su reunión en Irlanda del Norte con un comunicado en el que «respaldan con fuerza» la decisión de convocar «lo más pronto que sea posible» una nueva conferencia sobre Siria en Ginebra, en la que representantes del Gobierno y de la oposición puedan acordar una transición hacia un sistema consensuado de gobernación del país. La primera conferencia del Grupo de Acción sobre Siria se celebró en Ginebra hace un año, con el patrocinio de la ONU y de la Liga Árabe, y reunió a representantes de países miembros del G-8, Turquía, Kuwait y Catar, que acordaron una guía para una transición de la que el comunicado de ayer destaca el acuerdo consensuado y el mantenimiento o restauración de instituciones estatales.

La incógnita que los líderes no despejaron ayer en sus comparecencias después de la cumbre de Enniskillen es la fecha de la nueva reunión. El presidente de Francia, François Hollande, dijo que «podría ocurrir en un período corto de tiempo», pero se han aireado fechas que van desde julio hasta un vago otoño. Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia han formado un grupo de trabajo para limar sus diferencias sobre este y otros asuntos, que desembocará en una reunión plenaria en septiembre.

En las horas anteriores a la publicación del comunicado se promovió la idea -especialmente por la presidencia británica- de que Rusia podía quedar aislada frente a los otros siete miembros del grupo, pero el comunicado no refleja esa división. Registra más bien un consenso en torno a la posición rusa porque mientras David Cameron afirmó que «no puede imaginar una Siria en la que Bashar el-Asad continúa gobernando», el comunicado no menciona al actual presidente.

Los portavoces del presidente estadounidense, Barack Obama, subrayaron en sus explicaciones sobre la cumbre que la posición de Rusia no consiste en una defensa de la continuidad de El-Asad sino en el impulso de una transición pactada. Ni Estados Unidos, ni Reino Unido, ni Francia mostraron disposición, en sus comentarios públicos, al envío inminente de armamento a la oposición, suavizando así declaraciones previas a la reunión. Cameron señaló al respecto que los acuerdos de la cumbre «hacen que sea más fácil lograr una transición más allá de El-Asad».

Excepticismo y gas sarín

Si el uso de armas químicas era la 'línea roja' de Washington que el Gobierno sirio habría cruzado, el escepticismo ruso -y el de expertos y agencias de seguridad occidentales- sobre el uso de gas sarín por las tropas de El-Asad, desemboca en el acuerdo de ayer en una nueva llamada a Damasco para que autorice la entrada de enviados de la ONU que puedan atestiguar la veracidad de las informaciones sobre las que Estados Unidos manifiesta un alto nivel de certeza.

Sobre la cuestión siria planean tanto las múltiples dificultades de una intervención exterior en favor de las fuerzas de la oposición como el devenir de Libia, en donde el vacío de poder y el desorden se han instalado después de la operación internacional para terminar con el régimen de Muamar Gadafi. Cameron señaló que ya hay compromisos para el envío, por países que no identificó, de 7.000 tropas en labores de adiestramiento que permitan reconstruir la seguridad del Estado.

Entre las dificultades de la situación desde la perspectiva del G-8 hay que contar la presencia de las milicias de Hezbolá en el lado del Gobierno y de Al-Qaida, en el otro, a favor de la oposición. El comunicado pide «a las autoridades sirias que destruyan y expulsen a todas las organizaciones e individuos afiliados a Al-Qaida y cualesquiera otros actores no estatales vinculados al terrorismo». Y reitera en este punto la continuidad de las instituciones «para asegurar que las fuerzas de seguridad (...) sean capaces de enfrentarse al terrorismo y el extremismo».

El G-8 ha comprometido cerca de 1.120 millones de euros en ayuda humanitaria a Siria y a los países limítrofes, que palíen la situación de 4,2 millones de desplazados en el interior del país y de 1,6 millones de refugiados. El comunicado da por buena la cifra de «más de 90.000 muertos» en dos años y tres meses de guerra, un dato que sorprende al contrastarlo con la de unos 120.000 fallecidos en una década de guerra y terrorismo en Irak.