Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Policías turcos vigilan en los alrededores del parque Gezi, en Estambul, para impedir el acceso a los manifestantes. :: MARKO DJURICA / REUTERS
MUNDO

Erdogan amenaza ahora con el Ejército

El Gobierno turco blande una posible intervención de las Fuerzas Armadas mientras radicales afines al primer ministro ayudan a reprimir la protesta

M. AYESTARAN
ESTAMBUL.Actualizado:

La Policía no está sola en su labor represora en Turquía. Seguidores radicales de Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan se habrían sumado en las últimas horas a la tarea de sofocar protestas y estarían detrás del ataque contra la sede del Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal fuerza política de la oposición y uno de los pilares de las movilizaciones antigubernamentales de las últimas dos semanas. «Un grupo de 35 o 40 personas armadas con palos y piedras nos atacaron la noche del domingo mientras proferían gritos a favor de Erdogan», declaró al periódico Hurriyet un miembro de la formación que se encontraba dentro del edificio en el momento de la agresión.

El líder del CHP, Kemal Kilicdaroglu, concedió una entrevista a la agencia Reuters en la que confesó que «el uso excesivo de la fuerza ha creado un gran resentimiento en la población y demuestra que las demandas de libertad y democracia son legítimas». «Si Erdogan sigue por este camino las demandas de libertades crecerán», vaticinó. Aun así, la entrada en acción de estos grupos era uno de los mayores temores por parte de unos manifestantes que ya denunciaron su presencia en los primeros días de la acampada y que, una jornada más, trataron sin éxito de reocupar las plazas centrales de Ankara y Estambul.

El peso de la protesta recayó ayer en los principales sindicatos de izquierda, que convocaron una jornada de huelga nacional y marchas en las principales ciudades del país. En Estambul se realizaron distintas manifestaciones con dirección a Taksim, pero la Policía evitó por la fuerza que se aproximaran a la plaza. A los sindicalistas no le importaron las amenazas del ministro de Interior, Muammer Güler, que calificó la huelga de «ilegal» y advirtió de que las fuerzas de seguridad «no permitirán» marchas de protesta. Poco antes el viceprimer ministro, Bulent Arinc, abrió la puerta a la posibilidad de recurrir al Ejército si la situación se vuelve incontrolable, «aquí está la Policía, si no basta tenemos gendarmes y, si no, las Fuerzas Armadas», afirmó el 'número dos' del Ejecutivo en una entrevista a una cadena turca.

Desgaste político

El Gobierno ha cerrado la puerta a cualquier diálogo y apuesta por la mano dura como solución a la crisis que sufre el país y cuyo detonante fue el plan de levantar un centro comercial en la última zona verde del centro de Estambul. Tan solo durante el fin de semana 600 personas fueron detenidas en las dos principales ciudades de Turquía, según datos de colegios de abogados. Las protestas comienzan a pasar factura política a Erdogan. Un sondeo encargado por el diario Today's Zaman, crítico con el primer ministro, revela que el mandatario estaría perdiendo apoyo. El 54,4% de los encuestados tiene la sensación de que el Ejecutivo está inmiscuyéndose en su estilo de vida y un 46,7% reconoce estar preocupado a la hora de expresar sus opiniones políticas.

A la presión doméstica, el primer ministro suma las denuncias de dirigentes europeos como Angela Merkel, que se mostró «horrorizada» con las imágenes que llegan del país otomano, según declaró a la cadena RTL. «Me gustaría ver que aquellas personas que son críticas ocupan un espacio en la Turquía del siglo XXI», señaló la canciller alemana, a la que Erdogan respondió inmediatamente al acusar a la UE de «antidemocrática» por sus críticas a la labor de unas fuerzas de seguridad que «tratan de hacer respetar la ley».