MUNDO

Erdogan se da un baño de masas y promete perseguir a cada uno de los manifestantes

Los dos principales sindicatos de Turquía responden al violento desalojo del parque Gezi con una huelga general para hoy

ESTAMBUL. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Imposible acceder a Taksim y al parque Gezi. Las autoridades turcas desplegaron policías en todo el centro de Estambul para evitar la llegada de miles de personas que querían llegar a la plaza para mostrar su repulsa por el desalojo y rendir homenaje a los cuatro muertos durante los disturbios. No hubo manera. La impotencia fue la nota general entre los manifestantes, que debieron aguantar además un mitin multitudinario organizado cerca del aeropuerto de la ciudad por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) cuyo protagonista fue Recep Tayyip Erdogan, que insistió en la criminalización de la protesta y amenazó con «seguir uno por uno a los que aterrorizaron nuestras calles».

El centro neurálgico de Estambul se vistió por segundo día consecutivo de campo de batalla y los manifestantes montaron barricadas en calles adyacentes para intentar hacer frente a los cuerpos de seguridad. Tiendas y restaurantes cerrados, turistas huyendo despavoridos en dirección a Sultanahmet -zona de las grandes mezquitas- y nubes de gas cubriéndolo todo cada vez que en algún callejón alguien gritaba consignas contra el Gobierno. Esa fue la tónica de una jornada de lucha que se extendió a diferentes puntos de Estambul y que en realidad empezó a las nueve de la tarde del sábado, con la orden de desalojo por la fuerza de la acampada del parque Gezi. En respuesta a la represión, dos de los mayores sindicatos turcos y tres colegios profesionales anunciaron la convocatoria de una huelga nacional para hoy.

Mientras los manifestantes intentaban llegar sin éxito a Taksim, los trabajadores de limpieza del ayuntamiento acabaron con toda huella de la acampada. Al mediodía ya nada indicaba que el parque Gezi había sido escenario de una protesta multitudinaria durante dos semanas. Camiones y excavadoras trabajaban sin descanso bajo unos árboles donde, en vez de acampados, agentes de Policía vestidos de uniforme y paisano vigilaban a la sombra todos los accesos para evitar que nadie entrara.

Advertencia a los médicos

El cordón policial impedía el acceso a Taksim y el ministro turco de Asuntos Europeos, Egemen Bagis, declaró a la cadena A Haber que «cualquier persona que se encuentre allí, lamentablemente tendrá que ser considerada como miembro de una organización terrorista». Una advertencia extensible al personal sanitario que durante las últimas dos semanas apoyó la acampada y que en la noche del sábado atendió a «cientos de heridos, no menos de 300, muchos de ellos con quemaduras a causa de un producto químico usado en los cañones de agua de la Policía», señalaba un estudiante de Medicina en las proximidades del parque poco antes de que las fuerzas de seguridad procedieran a levantar el hospital de campaña que habían montado.

Ante las denuncias de los médicos y las informaciones en medios turcos, el gobernador de Estambul, Hüseyin Avni Mutlu, compareció ante la prensa para aclarar que el agua usada por la Policía contenía «una solución médica», pero nada de «productos químicos». Mutlu confirmó también que entre los últimos 22 detenidos en Estambul había varios facultativos, algo que justificó diciendo que estaban «ayudando a los manifestantes».

A apenas media hora en coche de Taksim, «decenas de miles» de seguidores del AKP, según los medios turcos, vitorearon a su líder. Erdogan repitió el esquema del sábado en Ankara -donde también se registraron violentos incidentes durante toda la jornada- y desplegó en Estambul todo su arsenal populista para justificar el desalojo por la fuerza de la acampada del parque Gezi. «Apelo al sentido común de la población. No podéis manifestaros donde queráis», fue el mensaje dirigido por el primer ministro a unos manifestantes, que durante el mitin trataban de superar el cerco policial sobre Taksim.

Con camisa a cuadros, enérgico y con un tono desafiante, el primer ministro defendió el trabajo de las fuerzas de seguridad, uno de los puntos más polémicos de las últimas semanas debido a los excesos denunciados por los manifestantes y organizaciones como Amnistía Internacional. Erdogan aseguró que «antes de nosotros, la Policía podía usar la fuerza sin ningún límite. Nosotros vinimos y lo restringimos». El dirigente islamista insistió en la teoría de la conspiración internacional y acusó a grandes medios occidentales, de realizar una cobertura parcial de los incidentes.