¿Y si se va la luz... para siempre?
Hollywood estrena todos los años series de ciencia ficción con inicios impactantes y espectaculares efectos especiales cuyo interés se disuelve a veces en el primer episodio
Actualizado:¿Cuál fue la última serie de ciencia ficción que le enganchó? Si es usted amante del género, igual tiene que retroceder unos cuantos años antes de dar con un título que le mantuviera pegado a la pantalla más de uno o dos episodios. Quizás hasta 2008, cuando se estrenó 'Fringe (AXN)', o puede que hasta 2004, el año de 'Stargate Atlantis' (SyFy) y 'Battlestar Galactica' (SyFy).
'Fringe', la mejor creación de J. J. Abrams, se movió en sus inicios en el mismo espacio fronterizo con el terror y lo paranormal que 'Expediente X', la gran serie de misterio de los años 90, pero con el tiempo evolucionó hacia la ciencia ficción pura y dura, con universos paralelos y esas cosas. 'Stargate Atlantis' es la segunda serie de la franquicia 'Stargate', en la cual unos ingenios creados por una antigua y misteriosa raza permiten el viaje interestelar instantáneo y eso da pie a todo tipo de aventuras y encuentros con alienígenas. Su antecesora, 'Stargate SG-1', se mantuvo en antena nada menos que diez años mientras que su sucesora, 'Stargate Universe', aguantó solo dos temporadas. 'Battlestar Galactica' es, por su parte, la actualización de la serie de los años 70 protagonizada por Lorne Greene -papá 'Bonanza'-, con una civilización humana que emprende un éxodo espacial acosada por una especie de robots, los cylones.
La excepción a la sequía imaginativa de los últimos años sería la británica 'Black mirror' (TNT, 2011-12), con dos temporadas compuestas cada una por tres episodios independientes que exploran el impacto social de las nuevas tecnologías. Con sus altibajos, esta producción británica trasciende el género -a veces, parece un retrato de la España de 'Gran Hermano'-, su calidad resulta muy superior a la media de lo que se ve en la pequeña pantalla y es profundamente turbadora. Fijémonos, como contrapunto, en dos de los últimos estrenos anunciados a bombo y platillo, 'Revolution' y 'Defiance', títulos ambos del canal SyFy.
Un fiasco tras otro
'Revolution' parte de una premisa interesante: ¿qué pasaría si mañana se fuera la luz... para siempre? Solo pensarlo, da miedo. Somos eléctricodependientes y parece evidente que un apagón planetario supondría el final de la civilización tal como la conocemos. Pues bien, lamentablemente, sin que siquiera dé tiempo a plantearnos qué pasaría de ocurrir algo así, la serie se convierte en otro fiasco más de J.J. Abrams, artífice de ese gran bluf que fue 'Perdidos' (Fox).
Porque ya en el primer episodio, en vez de explorar cómo nos adaptaríamos a esa nueva e inesperada situación, una vez que se va la luz, la acción da un salto al futuro de quince años. Y nos presentamos en unos Estados Unidos donde hay un malo muy malo que lidera una milicia y aspira al poder absoluto, un villano al que hace frente una familia compuesta por un exsocio del malvado, su cuñada científica y la adolescente hija de esta. Se coge una buena idea inicial y se reconvierte en la tópica y previsible historia de buenos y malos, con la bandera de las barras y las estrellas ondeando al fondo.
Otro tanto le pasa a 'Defiance', ubicada también en la Tierra, pero, esta vez, tras de la llegada de siete especies de un mismo sistema estelar que se ven forzadas a abandonarlo por una catástrofe. La acción transcurre varias décadas después del traumático primer contacto y la guerra que le siguió. La Tierra ya no es lo que era. No solo los visitantes -no todos- y los lugareños están aprendiendo a convivir, sino que, además, parte del planeta acoge vida vegetal y animal alienígena, o medio alienígena.
Defiance (Desafío) es el nombre de la ciudad que se levanta entre las ruinas de San Luis, sobre las que todavía reina el arco construido en 1965 para conmemorar la conquista del Oeste. Un escenario muy apropiado porque, si convertimos a los extraterrestres en indios y el ambiente postapocalíptico en el de frontera, la serie es una más de tantas de vaqueros con sus conflictos raciales, diligencias, el sheriff, la prostituta, el ricachón local, amores adolescentes no muy bien vistos...
Muchos medios; nada de imaginación
Los efectos especiales de 'Defiance' y 'Revolution' no sirven para nada a la hora de maquillar la total falta de imaginación de los guionistas. Ambas producciones son más de lo misma fórmula aplicada a mil y un series de cualquier género. Por eso, si a usted le gusta la ciencia ficción, le aburrirán a las primeras de cambio, como sucedió antes con 'Terra Nova' (2011), donde una brecha temporal permitía a los habitantes de la superpoblada Tierra de 2149 emigrar al Cretácico -dinosaurios, incluidos- de una línea del tiempo paralela, y con 'Falling Skies' (2011), una rutinaria serie de invasión alienígena producida por Steven Spielberg.
Ahora que cualquiera puede destruir Nueva York y hasta el planeta; ahora que pueden insertarse en la acción todo tipo de criaturas y efectos; ahora que es más fácil que nunca que las naves espaciales viajen entre las estrellas... Ahora, Hollywood se limita a ofrecer efectos sin nada detrás. Así, al espectacular episodio piloto de la también fallida 'FlashForward' (2009), en el que toda la Humanidad perdía la consciencia simultáneamente durante 137 segundos y algunos veían escenas de su futuro, le siguió la más aburrida de las rutinas durante 21 episodios.
Hubo un tiempo en el que el problema eran los efectos especiales. Stanley Kubrick quiso desde principios de los 70 rodar 'Inteligencia artificial' (2001), basada en el cuento 'Los superjuguetes duran todo el verano', de Brian Aldiss. No se puso manos a la obra porque pensaba que no existía la tecnología para hacer la historia creíble. Solo tras ver 'Parque Jurásico' (1993) se convenció de que igual podía rodar la película. Pero 'Inteligencia artificial' es una buena película de Spielberg no por sus efectos, sino por la historia que cuenta y cómo la cuenta.
Por eso mismo, 'remakes' cinematográficos como los de 'El planeta de los simios' (2001) y 'Ultimátum a la Tierra'(2008) resultan intragables, por muy técnicamente superiores que sean a los originales -obras maestras del cine-, y el bodrio se eleva a la enésima potencia en casos como 'La batalla de Los Ángeles' (2011), 'Battleship' (2012) y casi todos los largometrajes producidos por y para llenar horas del canal SyFy. Como decía la semana pasada en Bilbao el editor y crítico de ciencia ficción Miquel Barceló, Hollywood hace ciencia ficción dirigida al público adolescente y que sea, por término medio, tan mala revela el bajo concepto que la industria del espectáculo tiene de la juventud estadounidense.
Género adulto
La ciencia ficción televisiva puede, sin embargo, divertir sin insultar a la inteligencia. Ejemplos de ello son las series de 'Star trek', el eterno -no en vano, es un Señor del Tiempo- 'Dr. Who' (SyFy), 'Babylon 5' (AXN) y 'Firefly', la magistral mezcla de 'western' y naves espaciales de Joss Wheadon protagonizada por Nathan Fillion, el escritor de la serie policíaca 'Castle'. Y el entorno ficticio puede servir a los guionistas para plantear cuestiones éticas, morales, políticas, económicas y religiosas más abiertamente que en una trama 'realista'.
En plena Guerra Fría, el multiétnico puente de mando de la 'Enterprise' tenía entre sus miembros a un ruso, Pavel Chekov, y, si en la serie original se vivió el primer beso interracial de la televisión -entre el capitán Kirk y la oficial de comunicaciones Uhura-, sucesivos títulos de la franquicia han tocado las relaciones homosexuales y la existencia de familias diferentes a la tradicional, apostando siempre por la tolerancia. La buena ciencia ficción televisiva, aunque más conservadora que la literaria, suele anticiparse a los debates sociales y, en ocasiones, plantea temas ante los que la sociedad prefiere mirar para otro lado.
"El bienestar de la mayoría supera al bienestar de la minoría, o de uno solo", decía Spock en 'Star trek II: la ira de Khan' (1982). Dos décadas después, 'Battlestar Galactica', con un extraordinario Edward James Olmos en el papel del comandante Adama, discurre entre las estrellas, aunque a veces parezca que el escenario son unos Estados Unidos sacudidos por los ataques del 11-S. "Los cylones son a la par terroristas y soldados, y la respuesta humana es considerarlos no humanos y sin derechos. No son combatientes con derechos, son prisioneros de Guantánamo", escribe Alfonso Merelo en el libro 'Fantástica televisión' (2007). La tortura y la eliminación del otro por resultar sospechoso son admisibles en la lucha por la supervivencia de Adama y los suyos, incluso cuando el otro es un bebé.
'Battlestar Galactica', 'Stargate Atlantis', las diferentes series del universo 'Star trek', 'Babylon 5' (AXN) -una estación espacial con representantes de diferentes especies inteligentes-, 'Dr. Who', la inquietante 'Black mirror' y otras buenas series de ciencia ficción cuentan con algo mucho más importante que inicios sorprendentes y efectos especiales: tienen detrás historias. Por favor, que no lo llamen ciencia ficción cuando nos cuentan lo mismo de siempre solo que aderezado con efectos especiales, con fuegos artificiales para envolver la nada.