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Québec busca una nueva identidad
La prohibición de los turbantes en el fútbol alimenta el debate religioso, que avanza hacia una Carta laica
BILBAO. Actualizado: GuardarLa política y la religión han vuelto a mezclarse, esta vez en Québec, tras la insólita decisión de la Federación de Fútbol de la provincia francófona de Canadá, de prohibir los turbantes en los campos de juego, una iniciativa que perjudica, sobre todo, a los seguidores del sijismo, una religión india que combina elementos del hinduismo y del islamismo. El Gobierno quebequés respalda a la institución deportiva, lo que ha reavivado sus tensiones con Ottawa. La polémica tiene un mayor trasfondo en un momento en el que el Ejecutivo de Québec prepara una 'Carta de valores' que pivotará sobre la laicidad, y cuando se propone autorizar la eutanasia para casos extremos en el mayor reducto del catolicismo de América del Norte.
La Asociación Canadiense de Fútbol (CSA) decidió la semana pasada suspender a la Federación de Québec por impedir a los jugadores el uso de turbantes, en contra del reglamento adoptado por la CSA hace ya un tiempo y que se ha impulsado ahora. La federación quebequesa argumenta que la FIFA no permite a los jugadores participar en eventos con turbantes por razones de seguridad. Al ministro de Inmigración de Canadá, Jason Kenney, le ha parecido «ridícula» la prohibición.
La tensión estaba servida. La ministra de Deportes de la provincia, Marie Malavoy, ha dado cobertura a la decisión de la federación, como no podía ser menos como grupo nacional diferenciado del Canadá inglés. Lo mismo que la primera ministra de Québec, Pauline Marois, del soberanista Partido Quebequés, que en dos ocasiones ha convocado referendos independentistas. La supensión de la federación puede afectar a los desplazamientos de los equipos y a los partidos federales que se disputen en la provincia.
Los seguidores del sijismo son los principales paganos de la prohibición, ya que utilizan esta vestimenta por motivos religiosos. Los varones se cubren el cabello con turbantes -son considerados sagrados y son la primera seña de su fe- y se abstienen de afeitarse la barba. El sijismo es la quinta de las religiones organizadas con más fieles del mundo y cuenta con más de 30 millones de seguidores. En Canadá hay una comunidad importante.
Los símbolos religiosos de los sijistas han sido motivo de polémica en numerosas ocasiones. En Europa se han registrado incidentes cuando a pasajeros sij se les ha obligado a quitarse el turbante -en público-, en los aeropuertos por motivos de seguridad. También los policías han sido protagonistas de episodios de esta índole. En Reino Unido, a los agentes que son sij se les permite sustituir el casco por su tocado y los guardias sij de Buckingham lograron que se les admitiera el uso del turbante, en lugar del gorro tradicional. En Canadá también fueron autorizados a llevarlo los sij de la Policía Montada.
El tocado es una prenda irrenunciable para los sij y está relacionada con la decisión de no cortarse el pelo, una de las cinco 'k' -reglas- de su credo. Los varones llevan consigo, también, un peine de madera, una ropa interior especial, un brazalete de acero y un puñal (kirpan). Precisamente, un niño sij consiguió que el Tribunal Supremo de Canadá le permitiera portar esta daga ceremonial en la escuela en la que estudiaba, en Montreal, por su creencia religiosa.
Québec mira mucho a París, cuna del laicismo. En 2008, con motivo de la visita a India del entonces presidente Nicolás Sarkozy, los sij aprovecharon para revindicar su derecho a llevar turbante en Francia, donde la prenda está prohibida en las escuelas por su carácter religioso -e incompatible, por tanto, con la enseñanza laica-. Los seguidores de esta religión tienen que quitárselo para las fotografías oficiales al ser considerado un elemento perturbador.
Interculturalidad
La polémica ha evocado los debates que suscitó en su día el famoso 'acomodamiento razonable', para facilitar la integración de los inmigrantes desde el concepto de interculturalidad -multiculturalidad en la federación- y el respeto a los valores comunes de Québec, que pasaban por la obligación de aprender el francés, la igualdad de derechos para el hombre y la mujer y la separación del poder político del religioso.
Las sensibilidades sobre la identidad política y la adscripción religiosa se encuentra ahora a flor de piel en Québec, de mayoría católica, donde el Gobierno ha presentado un controvertido proyecto de ley que legalizará por primera vez en Canadá la eutanasia en casos terminales y en los que el paciente solicite morir. La ministra de Servicios Sociales, Veronique Hivon, asegura que la ley busca permitir a los pacientes «vivir la última etapa de su vida de la manera más serena y coherente posible según su voluntad».
La ley penal canadiense considera ilegal el suicidio asistido, por lo que una directiva gubernamental será enviada a los jueces de Québec para que no se inicien procesos en estos casos. Esto es posible gracias al estatuto jurídico especial de la provincia, que deriva de la herencia francesa. El proyecto de ley 52, titulado 'Ley sobre el final de la vida útil', será debatido en la Asamblea Nacional el próximo otoño, tras dos años de deliberaciones en una comisión especial. La jerarquía católica y las organizaciones profamilia se han movilizado contra la iniciativa legislativa, que puede abrir la puerta para que otras jurisdicciones del país adopten leyes similares. Prohibida en el ámbito federal -tambien la ayuda al suicidio-, la eutanasia no es común en América del Norte y solo está permitida en Oregón, Washington y Vermont.