Pito de oro
Actualizado:Nació en un pueblo incrustado en el fondo de un valle verde de la Guipúzcoa salvaje. Se crió como un Tarzán educado entre hayedos y zarzales, fuerte como el mango de un hacha, valiente y determinado como un ballenero. En su pueblo nunca le faltaron pretendientes y en las fiestas de verano sus ojos siempre se encontraban con los de alguna moza de mirada furtiva, al asalto del corazón entre los compases de una trikitrixa o de un pasodoble. Era un tipo guapo.
De hombre, anduvo en la guerra por aquellos montes de Dios. Lo debí conocer cuando yo era un mocoso y él muy viejo y no lo recuerdo, pero me lo imagino como una mezcla perfecta de un oficial británico y criatura fantástica, como un señor de los bosques de aquellos capaz de arrancar los árboles con las manos. Entre las hazañas suyas se decía que había derribado un avión alemán, pero sus mayores victorias debieron ser en la guerra horizontal, pues pronto adquirió un mote que no le abandonó nunca. Le pusieron 'Pito de oro', imagino que por la calidad y cantidad de sus lances amatorios. Llamarse así en Cádiz tiene su aquél, pero en un valle guipuzcoano es prueba irrefutable de pericia.
Aquella fue su marca en el pueblo, del que no lee usted el nombre por respeto a su familia. Llegado el momento, se fue a otra ciudad siguiendo a su esposa. Hoy en día, las mujeres del valle todavía lo recuerdan, no por su nombre de pila, sí por su áurea leyenda. «Uy, sí, Pito de oro, qué guapo era. Y se casó con una sosa.», responden si se les pregunta.
Tremendo personaje ha vuelto a la vida periodística después de que un edil del BNG llamase 'Chochito de oro' a Soraya Sáenz de Santamaría por los gastos ginecológicos de Moncloa. No siendo tan machista, resultó grosero, sobre todo por no ser dicho como halago sino con desprecio. Con todo, de tanto ponernos estupendos, un día se nos volverán las tripas de plexiglás. La corrección política es un arma de destrucción masiva de historias, algunas maravillosas como la de Pito de oro, el chico guapo que casó 'con una sosa'. En realidad, ella era encantadora. Si no, de qué.