Los desechos corporales, lo que más asco da a los españoles
Por detrás se sitúan los reptiles, insectos, roedores, alimentos en mal estado o el aseo personal
MADRID Actualizado: GuardarLos excrementos, los vómitos, la mucosidad o la sangre, todos ellos productos corporales, son lo que más asco da a los españoles, según una encuesta laborada por investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que se han interesado por conocer los extremos de esta emoción básica de los seres humanos, que en muchas ocasiones ha sido relegada por otras como el miedo o la ira, mucho más estudiadas.
El trabajo, dirigido por el catedrático de Psicopatología de la UNED y Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, Bonifacio Sandín, tenía el objetivo de determinar las áreas de experiencias de asco que tienen las personas. La muestra estuvo compuesta por 73 estudiantes universitarios (51 mujeres y 22 varones) procedentes de las principales regiones españolas, quienes completaron una encuesta con preguntas abiertas sobre experiencias de asco. Se obtuvieron un total de 952 descripciones sobre situaciones y experiencias de asco, las cuales fueron agrupadas en las 10 siguientes áreas: productos corporales, animales, alimentos, higiene, trasgresión de la envoltura corporal, descomposición/ muerte, socio-moral, sexo, marginación, y enfermedad.
Claramente los productos corporales constituyen estímulos que parecen asociarse de forma elevada a las reacciones de asco y, entre las más frecuentes se encontraban las relativas a vómito, heces, mucosidad y sangre”, apunta Sandín. El 87,3% de las descripciones de la población se referían a las siguientes cinco categorías de asco: hacia productos corporales, animales (como cucarachas, reptiles, insectos, roedores o arañas), alimentos (comida en descomposición o casquería), transgresión de la envoltura corporal (heridas con sangre u operaciones) e higiene (basura, falta de higiene o pelo graso).
El resto de las descripciones hacía alusión a situaciones de descomposición o muerte, socio-morales (prostitución, violencia, abuso infantil o violación), sexo, marginación y enfermedad. Los investigadores destacan que muy pocas experiencias asociadas al sexo fueron molestas para los participantes. Entre ellas se encuadraron respuestas como ver un vídeo porno, masoquismo sexual o, en menor medida, ver besarse a homosexuales.
Junto a las reacciones de asco más o menos comunes, algunos participantes confesaron responder con asco a situaciones atípicas como observar trozos de lana frotándose, ver a alguien comer un ajo crudo, mirar muchos ojos juntos, el ruido de una dentadura postiza al comer o imaginar a los progenitores haciendo el acto sexual. En cuanto a las reacciones fisiológicas experimentadas por los encuestados ante estas situaciones, la mayoría fueron náuseas, seguidas de palidez, sudoración, escalofríos o malestar en el estómago.
Otros trabajos
Aunque este estudio sea pionero en la cultura española, existen dos trabajos norteamericanos que también han analizado las dimensiones del asco. Teniendo en cuenta que sus muestras de población eran inferiores (de 20 y 14 voluntarios) –lo que dificulta realizar comparaciones entre estos estudios y el español–, Sandín destaca una diferencia fundamental, referida al contenido sexual.
“Las reacciones de asco de tipo sexual eran mucho menos relevantes en la población española (3,4% del total), mientras que se encontraba entre las tres primeras categorías en la población norteamericana, tras la comida y los productos corporales”, comenta el investigador.
En su opinión, las diferencias podrían deberse “a que la cultura norteamericana percibe la sexualidad con mayor grado de moralidad que la española”. En otro estudio sobre la misma materia, publicado en la Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, el equipo de investigadores demuestra que el asco predice síntomas fóbicos, como el miedo a las inyecciones o a determinados animales, síntomas típicos de determinados trastornos de ansiedad.
“De hecho, pacientes con fobias de este tipo nos dicen que en realidad le producen más asco que miedo”, puntualiza Sandín. “Esto quiere decir que las respuestas fóbicas también se asocian al asco, no solo al miedo como se creía hasta ahora”, añade. Para llegar a esta conclusión los investigadores utilizaron un nuevo instrumento multidimensional de evaluación del asco (la escala EMA) desarrollado por ellos mismos, a partir de una muestra de casi 2.000 participantes de todas las regiones españolas. El hallazgo servirá, desde el punto de vista clínico, para que el tratamiento de estas fobias se aborde incluyendo estrategias que traten el nivel de asco asociado, indican los autores en el estudio.