Erdogan da un golpe de autoridad y desaloja Taksim
Actualizado:Los deseos de Erdogan son órdenes para las fuerzas de seguridad. Menos de 24 horas después de que el primer ministro turco tendiera la mano a los manifestantes para entablar un diálogo, la Policía entró en Taksim y limpió la plaza. Una operación sorpresa a la que algunos manifestantes se opusieron de forma violenta, lo que desencadenó una auténtica batalla campal por el control de este lugar emblemático en el centro de Estambul ocupado desde hace dos semanas. Cientos de manifestantes resultaron heridos, informó la Asociación Médica Turca, y se practicaron al menos setenta detenciones, según recogió el diario Hurriyet. Cerca de la plaza otros cincuenta abogados fueron también detenidos por organizar una concentración de solidaridad con Taksim ante el tribunal de Çaglayan.
Mientras los gases hacían irrespirable el aire y los blindados con agua a presión trataban de sofocar la resistencia en las barricadas, la mayoría de personas seguía los acontecimientos de forma pacífica desde el contiguo parque Gezi. Los canales turcos ofrecieron los choques en directo. La ofensiva oficial fue doble. Al mismo tiempo que la Policía se empleaba a fondo, Erdogan se dirigió a los diputados de su formación, Partido Justicia y el Desarrollo (AKP), para informarles de su plan de «tolerancia cero» con la protesta. «Me dirijo a aquellos que quieren continuar con estos acontecimientos, que quieren seguir aterrorizando: este asunto ya se acabó. No habrá más tolerancia», un mensaje no solamente dirigido al sector violento de Taksim ya que el primer ministro advirtió que «el parque Gezi es un parque, no una zona de ocupación. Invito a todos aquellos que son sinceros a retirarse».
Un aviso para todos aquellos que siguen acampados en defensa de esta zona verde que el Gobierno quiere convertir en centro comercial. Erdogan tuvo también palabras para la prensa extranjera a la que culpa desde el primer día de «desinformar de forma sistemática». Como ha ocurrido desde el inicio de las protestas las palabras de Recep Tayyip Erdogan marcan la agenda y no tienen mucho que ver con las de otros altos cargos que lanzan mensajes más conciliadores. El primer ministro aludió a su intención de acabar con la acampada de Gezi y dejó en evidencia al gobernador de Estambul, Huseyin Avni Mutlu, que poco antes lo negó e insistió que el único objetivo del despliegue policial era retirar «las pancartas y banderas» de la estatua de Mustafá Kemal Ataturk -fundador y primer presidente de la República de Turquía- y del Centro Cultural de Ataturk.
Fue una operación sorpresa, a primera hora de la mañana, cuando menos gente hay en la plaza y en el parque. Su llegada fue recibida con resignación entre los acampados que adoptaron dos respuestas diferentes. La inmensa mayoría permaneció en el parque Gezi resistiendo de forma pacífica, mientras que pequeños grupos radicales se lanzaron a las barricadas con piedras, cohetes pirotécnicos y cócteles molotov.
En un primer momento la vía pacífica trató incluso de crear una cadena humana frente a los antidisturbios para evitar altercados, pero pronto empezaron a llover las piedras y estalló la batalla campal en Taksim y en las calles próximas. «El movimiento de policías ha empezado a las seis de la mañana y en poco rato han aparecido desde todas las esquinas. Pedían por megafonía que nos metiéramos en el parque, pero algunos grupos vinculados a partidos políticos se han puesto a lanzar piedras y han empezado los problemas. Lo mejor es no responder», opina Rifat Caber, programador informático de 27 años con los ojos enrojecidos a causa de los gases lanzados por los antidisturbios que hacían obligatorio el uso de máscaras.
Entre los acampados el comentario generalizado era el de la «impotencia por la presencia de policías infiltrados que son los responsables de provocar la violencia. Es un teatro, no quieren hablar, solo saben solucionar los problemas por la fuerza y por eso necesitan gente violenta frente a ellos», denuncia Yasin, activista de 34 años que lamenta la vía más radical adoptada por un sector de la acampada.