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La solidaridad básica también se agota

El incremento de solicitantes y el anuncio de que la Unión Europea dejará de mandar alimentos de auxilio a España en 2014 enciende las alarmas en los bancos de alimentos

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Puede que la expresión 'palabras mayores' se crease para un caso tal. Se agotan los alimentos almacenados para abastecer a los que pasan hambre, que cada vez son más aquí, en uno de los presuntos paraísos sureños de la riquísima y vetusta Europa antropocéntrica. La combinación de elementos es explosiva. Por un lado, los comedores de asistencia aseguran que la demanda se ha multiplicado hasta por tres, con el agravante de que algunos de los que necesitan la ayuda son niños menores de dos años, llamados lactantes, a los que no sirven los alimentos comunes que se reciben con más asiduidad. A esta dramática circunstancia se suma que la Unión Europea, que de forma invisible para la ciudadanía manda toneladas de alimentos de forma periódica a España, dejará de hacerlo en 2014. Esa fecha es la predeterminada para que los españoles dejen de ser receptores de alimentos gratuitos y pasen a ser donantes. Se agota el plazo que los europeos nos dieron para poner nuestra economía al día con miles de millones de euros de ayudas que no han servido para equilibrar las cuentas internas, para hacernos autónomos y productivos ante la totalidad de los miembros de la comunidad.

El resultado de la suma es tétrico. Los bancos de alimentos de cada ciudad, como el de Cádiz, empiezan a mostrar estantes vacíos, o escasamente llenos, insuficientes. Y sus responsables advierten de que esa situación se convertirá en habitual y común el año que viene. La solidaridad interna de los españoles, puesta a prueba con éxito con miles de gestos anónimos, no será suficiente y los que ahora evitan el hambre gracias al auxilio básico pueden caer en la desnutrición real, diaria, crónica y severa. Esa tragedia tan lejana está a la vuelta de un año.