Un informático contra Obama
Un joven de 29 años asume la responsabilidad por desvelar el espionaje sistemático de EE UUEdward Snowden confiaba en que el presidente cambiara la intrusiva política antiterrorista implantada por George W. Bush
NUEVA YORK.Actualizado:Joven, idealista, arriesgado. El mundo tiene un nuevo héroe, alguien dispuesto a sacrificar una vida cómoda para exponer ante la opinión pública los programas secretos del Gobierno de EE UU, que ha conspirado con compañías como Microsoft, Google o Facebook entre otras para espiar las comunicaciones. El nuevo confidente se llama Edward Snowden, tiene 29 años y se encuentra escondido en algún hotel de Hong Kong, sin esperanzas de volver nunca a la vida que ha dejado atrás.
Hasta hace tres semanas vivía con su novia en Hawai, ganando 200.000 dólares (151.000 euros) al año como analista de infraestructura de la empresa Booz Allen Hamilton, que la Agencia de Seguridad Nacional contrata para espiar legalmente las comunicaciones privadas de los ciudadanos como parte del programa Prism, que hasta ahora sólo conocían selectos miembros del Gobierno y quienes trabajan en él.
Snowden acaba de desplazar en la historia a Bradley Manning, el soldado que entregó casi un millón de documentos a Wikileaks hace tres años, o a Daniel Ellsberg, el analista militar que en 1971 filtró los papeles del Pentágono en los que se reveló la verdadera dimensión de la Guerra de Vietnam.
Ha sido precisamente Ellsberg, el decano de esta corriente de patriotas entregados a defender la verdad, el que se ha quitado el sombrero ante el joven analista y le ha cedido el puesto de honor que tiene en la historia. «Llevo décadas esperando ver a alguien que de verdad esté preparado para arriesgar su vida como civil». A diferencia de Manning, que fue detenido porque presumió de su hazaña en un chat con un pirata informático, Snowden pidió al diario The Guardian que publicase su identidad para proporcionar mayor veracidad a la historia que está contando.
«No soy distinto a los demás. No tengo habilidades especiales. Soy solo otro tipo que se sienta todos los días en la oficina, ve lo que está ocurriendo y se dice: 'Esto es algo que no tendríamos que decidir nosotros, el público necesita decidir si estas políticas son correctas o no'».
Hace tres semanas grabó la última parte de la información que le ha pasado al rotativo británico y a The Washington Post. A su jefe le dijo que necesitaba salir del país para recuperarse de la epilepsia que sufre. A su novia, que estaría unas semanas fuera, pero en realidad no tiene ninguna esperanza de volver. Eligió Hong Kong para las entrevistas con The Guardian porque cree que tiene una mayor tradición de respeto a libertad de expresión, aunque el tratado de extradición permitiría a EE UU reclamarle para interrogarle. China podría oponerse si considera que eso interferiría con su política exterior, pero es de esperar que no intervenga en este caso.
Petición de asilo a Islandia
El destino favorito de Snowden para pedir asilo es Islandia, donde considera que internet es más libre. Este país que se hizo famoso por resistir a las presiones internacionales para rescatar a los bancos e imponer medidas de austeridad ha dicho que consideraría su caso si se presenta al menos en una de sus embajadas.
Según los entrevistadores, el joven de 29 años es inteligente, elocuente, con principios y bien informado. Tiene muy claro lo que hace y los riesgos que está corriendo -pasar el resto de su vida en prisión-, como pide ahora el fiscal para Manning. A Snowden solo se le hizo un nudo en la garganta cuando habló de su familia, que trabaja en distintos puestos para el Ejecutivo, y contra la que teme represalias.
No mentía cuando dijo que no dispone de conocimientos especiales, porque no se graduó en el instituto ni en la universidad comunitaria donde estudió informática. Se metió en el Ejército pero se le licenció antes de completar su plazo por un accidente en el que se rompió las dos piernas. Su experiencia militar le sirvió para que la CIA le contratase como guardia de seguridad. Pronto sus capacidades informáticas le permitieron escalar a otros puestos relacionados con el análisis de información hasta convertirse en ingeniero de sistemas y consultor.
Fue con la CIA en Ginebra donde se le empezó a revolver el estómago con las prácticas de su Gobierno. Él no votó por Barack Obama en 2009, sino por el Partido Libertario, pero admiraba al presidente y esperaba que cambiase la intrusiva política antiterrorista de George W. Bush, que permite espiar las comunicaciones de los ciudadanos con órdenes judiciales secretas. «Creo que al público se le debe una explicación», defiende. Su mayor miedo, «que no cambie nada».