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Aznar pide a Rajoy que pode el estado autonómico antes que subir impuestos
Insta al Gobierno, en presencia de Sáenz de Santamaría, a que deje claro al nacionalismo que «no está abierto el debate sobre la nación»
MADRID. Actualizado: GuardarJosé María Aznar suavizó sus críticas al Ejecutivo de Mariano Rajoy, pero volvió a pedir al presidente del Gobierno que cumpla el mandato que recibió en las elecciones generales de 2011 y que, a su juicio, se resume en cambiar las estructuras y los pilares del Estado mediante un programa de reformas profundo. Es, dijo, «lo que espera y necesita la inmesa mayoría de los españoles». El expresidente subrayó que unas políticas de ese calado serían coherentes con el proyecto «que formuló el PP ante los españoles y en el que los votantes se reconocieron».
Arropado, esta vez sí, por el Gobierno con la presencia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Industria, José Manuel Soria, no se desdijo de los reproches que dedicó a Rajoy hace tres semanas, pero tampoco se recreó en ellos. «En las últimas semanas he transmitido a la sociedad española un mensaje claro de lo que, en mi opinión, es una situación grave. Lo he hecho convencido y seguro que es lo que debo hacer», remachó por si alguien pensaba que se había arrepentido de sus críticas ante la seca respuesta que recibió desde el PP.
Aznar, durante la conferencia que ofreció ayer ante 1.200 personas en el Club Siglo XXI, que preside su exministro Eduardo Zaplana, no citó al presidente del Gobierno ni una vez y planteó una batería de reformas que suscribiría el actual Ejecutivo, aunque con matices importantes. Puso sobre la mesa la necesidad de «reducir el tamaño de las administraciones» y, sobre todo, la conveniencia de cambiar el sistema fiscal «para ponerlo al servicio del empleo y del crecimiento, no al servicio de las administraciones».
Gravísima deslealtad
Sin abogar de manera directa por una recentralización del modelo territorial, sí advirtió de que si la descentralización «se convierte en fragmentación y la regulación, en obstáculo, tenemos un problema. Y lo tenemos», recalcó. En esta línea, aseguró que el esfuerzo realizado para alcanzar el compromiso que equilibra unidad y diversidad del Estado autonómico «no puede ser malbaratado por la gravísima deslealtad de algunos», en clara referencia al Gobierno de Artur Mas, al que tampoco citó.
En este sentido, conminó a Rajoy a «dejar claro que no está abierta la discusión sobre la nación española ni sobre soberanía». Para ello, apuntó, hay «resortes en la Constitución» para evitar que las apuestas disgregadoras ganen terreno. En este sentido, emplazó al Gobierno a fijar como criterio trasversal de su acción política el fortalecimiento de la nación. Y envió un claro mensaje al nacionalismo catalán: «Quien rompe los pactos debe asumir que si se reconstruyen no será en los términos que dicte la minoría».
El ministro Soria, al término de la conferencia, interpretó las palabras de Aznar como un resumen de las reformas que lleva a cabo Rajoy. Pero Aznar no debía pensar así y volvió a poner deberes al Gobierno para que aproveche la mayoría absoluta que tiene en el Congreso y actúe «frente a la fatiga y el desencanto que la sociedad española está manifestando»; es decir, la desafección política que muestran las encuestas y que se traduce en una huida de los votantes de los dos partidos mayoritarios, cuyas expectativas de voto han retrocedido en los últimos meses.
Al expresidente no le basta con que se acometan reformas, sino que tienen que «incisivas para reforzar y modernizar la democracia representativa, no para liquidarla». Sí aplaudió la ley de transparencia, una norma que lleva el sello de Sáenz de Santamaría, porque por encima de todo debe estar «la honradez en la gestiónde lo público».
Unas palabras que resonaron fuerte en un auditorio repleto de miembros con mayor o menor peso del PP y en plena tormenta por los casos 'Gürtel' y Bárcenas. De hecho, el propio Aznar aparece como receptor de sobresueldos, de acuerdo a la supuesta contabilidad B del partido. Un extremo que el expresidente ha negado con rotundidad pero que, según su entorno, no ha sido condenado con la misma intensidad por la actual dirección del PP, que estuvo representada en la conferencia por el vicesecretario de Organización, Carlos Floriano.