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La cara oscura de la tecnología

Los expertos advierten de que las distracciones que provoca el teléfono móvil cuando se conduce ya causan más accidentes que el alcohol y la velocidad

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Pocos podían prever, hace apenas diez años, la presencia y la influencia que las nuevas tecnologías de la información, con sus dispositivos portátiles, iban a tener en la vida de casi todos. Los niveles de consumo de este tipo de aparatos y de los servicios que ofrecen llegan, en los casos más extremos, a presentar rasgos de dependencia. Más allá de sus ventajas e inconvenientes, ha modificado los hábitos de los ciudadanos hasta límites sorprendentes. La distracción crónica a la que someten a muchos usuarios se ha erigido como un peligro para la seguridad vial. Ya no sólo suponen una amenaza para los peatones que caminan con los pulgares activos, la vista baja y auriculares (ciudades como Nueva York se han planteado prohibirlos por estar detrás de decenas de atropellos cada año), ahora los expertos de la Dirección General de Tráfico alertan de que los teléfonos inteligentes se han convertido en una amenaza real cuando estamos al volante. Para nosotros y para los demás. Muchos conductores ni siquiera son capaces de apartar la vista de mensajes, llamadas y redes sociales cuando conducen. Tan es así, que los expertos ya sitúan este factor de riesgo a la altura del consumo de alcohol y el exceso de velocidad, que siempre habían sido considerados como las dos mayores amenazas para la seguridad vial.

De las siete personas que han fallecido en lo que va de año en las carreteras de la provincia, cinco (el 70% del total) perecieron en un incidente que los peritos consideran causado por algún tipo de distracción, de origen tecnológico o no. Bien harían los ciudadanos en tomarse en serio el aviso y las campañas. Las llamadas y los mensajes se pueden consultar, contestar, minutos, horas después. O quizás no se conteste nunca.