Mas se queda sin margen para convocar la consulta soberanista
Unas elecciones plebiscitarias anticipadas se vislumbran como posible salida al atolladero catalán
BARCELONA / MADRID.Actualizado:La décima legislatura catalana aún no ha cumplido ni medio año de vida y ya ha entrado en su fase decisiva, y quizás final. Así lo han querido CiU y Esquerra Republicana, que pactaron una hoja de ruta que fijaba para 2014 la celebración de la consulta y establecía que para el 31 de diciembre de este año los procedimientos formales y jurídicos de la convocatoria tienen que estar resueltos.
A pesar de que Mas va camino de cumplir el acuerdo, Esquerra no para de exigir que acelere el proceso. La respuesta desde el Gobierno catalán siempre es la misma, primero hay que configurar la mayoría más amplia posible y hay que dar todos los pasos institucionales. Pero en realidad el problema que tiene Mas es que no sabe cómo va a celebrar la consulta. Afirma, sobre la base de un informe del exmagistrado del Constitucional Carles Viver Pi-Sunyer, que existen cinco vías amparadas por la legislación española que harían posible el referéndum. Sin embargo, todas, como la modificación del artículo 150.2 de la Constitución o el 92, precisan del visto bueno del Gobierno de Mariano Rajoy, un requisito imposible de cumplir por la negativa rotunda y sin posibilidad de cambio de la Moncloa. «No hay viabilidad legal sin voluntad política», se lamenta en privado un influyente diputado de CiU.
El Ejecutivo de Rajoy, entretanto, oberva desde la barrera. «No va a haber ningún guiño ni ningún gesto», afirman en la Moncloa, convencidos de que el nacionalismo catalán ha emprendido un viaje hacia ninguna parte. El Gobierno, además, tiene ahora una poderosa herramienta legal, un Tribunal Constitucional con una nueva mayoría conservadora y centralista.
La composición de la corte «parece que no va en la mejor línea para dar respuesta a las aspiraciones de Cataluña», admitió ayer la vicepresidenta del Ejecutivo autónomo, Joana Ortega. Mas está en un «callejón sin salida», sostiene Toni Aira, profesor de Comunicación Política en la Universitat Oberta de Catalunya. Un atolladero en el que el presidente ve que no puede apuntalar el proceso y, encima, las dificultades económicas son acuciantes. «En Cataluña hay pesimismo en torno al referéndum, pero nadie acaba de asumir que no hay salida», señala Aira.
La cuestión, añade, es que CiU tiene «pocas posibilidades» de dar marcha atrás. Porque si lo hace, sus dirigentes, con Mas a la cabeza, tendrán que «jubilarse» y sobre todo porque Esquerra tiene todas las de ganar. Las últimas encuestas no dejan lugar a las dudas y certifican que Esquerra, por primera vez, estaría en disposición de ganar las elecciones, en parte porque el electorado más soberanista no acaba de fiarse de Mas y prefiere el original a la copia, según la expresión del líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida. «La independencia se va a llevar por delante a Artur Mas», sentencian, incluso, en el entorno del presidente de la Generalitat.
Terrenos desconocidos
Aira cree, no obstante, que Mas intentará articular algún tipo de votación. «Le queda la opción de ir a un proyecto rupturista, convocar la consulta aunque el Gobierno impugne al Constitucional la ley catalana de consultas», afirma. Marc Sanjaume, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Pompeu Fabra, apunta incluso que CiU podría aprovechar las elecciones europeas del próximo año para hacer coincidir la consulta.Y si no, anticipar las autonómicas y darles carácter plebiscitario con CiU y ERC compartiendo programa a favor del estado independiente. Según Aira, este es el escenario más posible. «Veo una legislatura de dos años y nos adentraremos -como dice Mas- en terrenos desconocidos».
El problema que tendría CiU con las elecciones plebiscitarias sería que Unió partiría la federación nacionalista porque Duran «no cree» en las rupturas, reconocen fuentes del Gobierno catalán. Y está por ver también si la quiebra se daría en la propia Convergència, donde en las últimas semanas ya se han dejado oír voces que reflejan que la posición no es monolítica. «Ahora mismo no veo la forma de hacer una consulta si el Gobierno del Estado y la Generalitat no llegan a un acuerdo», lanzó como aviso a navegantes el consejero de Justicia, Germà Gordó, uno de los hombres de confianza de Mas. Otros miembros del Ejecutivo catalán, como el antaño firme soberanista Felip Puig, están en esa misma onda.
El escenario internacional, por si faltaran obstáculos, tampoco es propicio. Mas ha tenido que soportar numerosos desplantes de los gobernantes europeos en sus viajes y alguna que otra amonestación, como la del italiano Mario Monti, quien reprochó al catalán su deriva por el efecto contagio que puede tener en otros países, entre ellos el suyo.
Existiría una tercera vía, un punto intermedio, según el profesor Sanjaume, entre aparcar el proceso y la opción unilateral, sería la de aplazar la consulta y ganar tiempo negociador. Esta posibilidad está contemplada en la hoja de ruta pactada con Esquerra y tiene adeptos en el Gobierno y en CiU.