Economia

Pescanova «pone al día» sus activos para vender según las necesidadesUn crédito para salir de la UVI, pero que no servirá para el alta

Los administradores ven «casi imposible» evitar desprenderse de algunas partes del grupo si no se quiere caer en liquidación

MADRID. Actualizado: Guardar
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Sin prisa, pero sin pausa. Es el principio que quieren hacer bueno los administradores concursales de Pescanova -labor que ejerce la auditora Deloitte a instancias de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)- a la hora de «poner al día» su larga lista de activos, de cara a una probable venta de parte de ellos -lo contrario se les antoja «casi imposible»- conforme se necesite para cubrir gastos de funcionamiento. Unos bienes y derechos de valor muy diverso y plagados de dudas; aún hoy siguen descubriendo deuda oculta, facturas con apariencia fraudulenta e incluso socios en el extranjero de los que no tenían conocimiento.

«No hay líneas rojas», según fuentes cercanas al concurso de acreedores declarado el pasado 24 de abril por el Juzgado número 1 de Mercantil de Pontevedra salvo, eso sí, la propia disolución de la multinacional. En aras a evitar ese fin, nada desdeñable cuando fue apartado de la presidencia el principal accionista, Manuel Fernández de Sousa-Faro -expedientado por la CNMV e imputado por la Audiencia Nacional junto a su mano derecha, Alfonso Paz-Andrade, y otros dos socios por la presunta falsedad de las cuentas del grupo y el aprovechamiento que habrían sacado-, los administradores quieren cuantificar en euros todas las sociedades del grupo, sus fábricas, inmuebles, buques e incluso sus licencias de pesca y contratos de suministro. Todo sirve si tiene valor.

Hablamos de un emporio compuesto, según sus datos, de 160 sociedades entre firmas que dependen directamente de él, filiales, participadas, subsidiarias y también uniones estratégicas ('joint ventures'), con presencia en los cinco continentes y más de 10.000 empleados -el grueso, 8.000 personas, en sus sociedades americanas-. Difícil calcular su valor real, ni el que tuvieron en su día ni el que los anteriores gestores apuntaban en unos libros posiblemente manipulados; solo el de mercado hoy. Una primera estimación provisional apunta que podrían superar los 650 millones de euros.

Poco para los sindicatos que representan a la plantilla, mucho para algunos de los acreedores que, a fuerza de golpes de realidad y de los datos que ha podido recopilar el bufete internacional Freshfields -especializado en quiebras empresariales y contratado por la banca para este espinoso asunto-, han asumido ya que probablemente tengan que aceptar una quita -se habla de hasta 2.400 millones en función del precio que se dé finalmente a los activos-, y eso sin contar los 370 millones que hay en bonos comprados en su mayoría por pequeños inversores.

Retirada o capitalizar deuda

En el mejor de los casos -o peor, pues algunas entidades solo piensan en deshacerse cuanto antes de su parte de pasivo, como ha hecho el Royal Bank of Scotland traspasándola con un descuento del 90% a un fondo 'buitre'-, les tocaría convertirse en accionistas, por la vía de capitalizar la deuda. Esta opción les evitaría hacer nuevas provisiones en sus cuentas (tras declararse el concurso tuvieron que cubrir el 25%) y, al tiempo, cualquier quita resultaría menor.

Antes, sin embargo, la banca quiere conocer al detalle los números del grupo, pero los administradores van a pedir una prórroga al juez -dos meses más, hasta finales de agosto o principios de septiembre-. Este, sin embargo, no les ha ayudado mucho tras rechazar su propuesta de reponer temporalmente en sus funciones al auditor de los últimos 11 años.

Y, mientras, los grandes 'tiburones' del sector alimentario y pesquero, sobre todo vinculados al congelado, «han olido la sangre» y, en contactos extraoficiales, se han interesado por algunos activos pero a precios considerablemente bajos. Se trata de líderes internacionales como Marine Harvest (Noruega), Oekter (Alemania), High Liner Foods (EE UU), Oceana Group (Sudáfrica) y Thai Union Frozen (Tailandia). La venta ya empezó -dos piscifactorías en Ecuador por 13,5 millones a finales de abril-, pero con cuentagotas.

Los 55 millones de euros del crédito que Pescanova ha ultimado con sus principales bancos acreedores -que, salvo sorpresa, se cerrará en breve con la probable incorporación de los dos grandes del sector, Santander y BBVA- resultan «esenciales» para su supervivencia. Sin embargo, solo le servirán para salir unos meses de la UVI en que se encuentra debido a su insolvencia financiera -el dinero irá a «pagos corrientes» (nóminas, proveedores comerciales, transportistas, etcétera)-, pues el alta del enfermo sigue sin estar clara.