Tom Sharpe deja huérfano a Wilt
Radicado en Cataluña desde hace 20 años, crítico mordaz e implacable látigo del cinismo británico, vendió 25 millones de libros Consagrado por su humor salvaje, el escritor británico falleció a los 85 años
MADRID. Actualizado: GuardarTom Sharpe fue un brillante e incómodo eslabón en la rica cadena de la literatura británica que tiene en la sátira y el sarcasmo más cruel su mejor arma. Maestro de un humor salvaje y venenoso, falleció ayer, con 85 años, en el pueblo gerundense de Llafranc, donde se instaló en los noventa. Millones de lectores se seguirán desternillando con Wilt, el descacharrante profesor que convirtió en éxito global y a cuyo través denunció los peores vicios de la sociedad británica. Heredero del Tristram Shandy de Sterne, de sus admirados Evelin Waugh y P. G. Wodehouse, más vitriólico pero menos elegante, Sharpe esgrimió su mordaz e implacable látigo contra las castas educativas, la segregación racial, el extremismo político, la estupidez humana en general y la británica en particular, de la pronto se distanció.
Sharpe falleció en paz en la madrugada del jueves en su casa de la Costa Brava y a consecuencia de las complicaciones de la diabetes que padecía. Sus restos serán incinerados y sus cenizas esparcidas entre Llafranc y las localidades británicas de Sunderland y Cambridge, en cuya universidad estudió historia.
The Times lo consagró como «el novelista más divertido de nuestros días», por más que la crítica tildara su humor de vulgar, grueso y ofensivo. Quizá por eso vendió casi 25 millones de libros y creó adicción con su atrabiliario, patoso e idealista Henry Wilt, profesor de literatura de una escuela de Formación Profesional, acosado y amedrentado por su alumnos y su pelirroja esposa Eva. «Yo escribo con un hacha» decía. Muy consciente de sus distancias con Waugh o Woodehouse, confesaba no haber leído a Conrad. «Nunca planeo una trama ni sé qué voy a escribir», reconocía un mecanógrafo compulsivo que jamás tocó un ordenador.
Nacido en Londres en 1928, la infancia de Thomas Ridley Sharpe estuvo marcada por el severo carácter de su padre, un predicador ultramontano que quiso inculcarle ideas fascistas, y la crueldad extrema de su madre. «Era una auténtica zorra. Cruel. Mala. Tanto, que en el asilo se buscó una amiga sorda para insultarla sin que se diera cuenta de las barbaridades que le decía», explicó Sharpe. Jamás le perdonó «que matara a mi padre». «Cayó enfermo, y decidió no llevarlo al médico durante ¡tres días! Solo de pensarlo se me revuelven las entrañas», clamaba el escritor.
Tras completar sus estudios en Cambridge y el servicio militar en la marina, Sharpe se trasladó a Sudáfrica en 1951. En Natal se dedicó a la enseñanza, al trabajo social y a la fotografía. En 1961 logró estrenar 'Natal', su denuncia contra del régimen del 'apartheid'. Pagó con la cárcel su osadía. Bajo la acusación de subversivo, comunista peligroso y activista antigubernamental, sería deportado.
Curtido como fotógrafo en Johannesburgo, dedicó su tiempo libre como profesor en una escuela para blancos a retratar en los suburbios negros y segregados bodas, bautizos y otros eventos. La policía quemó 36.000 negativos antes de deportarlo. Salvó otros 6.000 de los que expuso una selección en España hace una década.
Alumnos torpes
En su experiencia sudafricana halló la inspiración para obras como 'Reunión tumultuosa' y 'Exhibición impúdica', abierta crítica al régimen racista. De vuela al Reino Unido en 1963, se recicló como profesor de Historia en la escuela de arte y tecnología de Cambridge hasta 1972. Sus torpes alumnos serían cruciales para su excesiva y ácida narrativa. Publica 'Una dama en apuros', 'Vicios ancestrales' y 'Zafarrancho en Cambridge', poniendo la lupa sobre el esnobismo de la clase inglesa, y 'La gran pesquisa', burla del mundillo literario del que siempre se mantuvo al margen.
No explotaría su gran filón hasta los ochenta. Su corrosivo humor con tintes muy negros impulsó el éxito de la serie que abrió con 'Wilt' en 1976 y completó con 'Las tribulaciones de Wilt', '¡Ánimo, Wilt!', 'Wilt no se aclara' y 'La herencia de Wilt' último de la saga aparecido en 2011. La encarnizada sátira social le proporcionó en 1986 el gran premio del Humor Negro. 'Wilt' sería llevada al cine en 1989 por Michael Tuchner, pero fue incapaz de repetir en el cine su éxito editorial.
Su bibliografía se completa con 'El temible Blott', 'Vicios ancestrales', 'El bastardo recalcitrante', 'Lo peor de cada casa', 'Becas flacas' y 'Los Grope'. Dedicó este libro a la sanidad catalana por salvarle la vida, tras sufrir un ataque cardiaco que lo mantuvo inconsciente durante cuatro días. «En Inglaterra no se hubiesen ni movido; habría muerto de no atenderme tan rápido» reconoció agradecido. «Llegué a España huyendo de la medicina británica» había dicho antes, explicando su huida de la era Thatcher. Era un recalcitrante fumador de puros, un recio bebedor octogenario que se limitó a cambiar la ginebra por el whisky. «¿Debo preocuparme cuando me han abierto en canal y tengo una cicatriz que me va el cuello al bajo vientre?» se carcajeaba.