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Cientos de jóvenes turcos contrarios al Gobierno de Erdogan hacen la señal de la victoria. :: ADEM ALTAN / AFP
MUNDO

La creciente protesta reclama decisiones a un desafiante Erdogan

El primer ministro turco defiende el fin de la última zona verde de Estambul y vincula a un sector de los manifestantes con el terrorismo

MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL
ESTAMBUL.Actualizado:

No hay paso atrás de Recep Tayyip Erdogan. El primer ministro regresó a Turquía después de su gira por tres países del norte de África y en su última parada, Túnez, dejó claras sus intenciones respecto a las protestas que vive su país desde hace ocho días. Como podía esperarse por las declaraciones de las jornadas precedentes, volvió a criminalizar a los participantes en la revuelta.

«Los ciudadanos que tienen una responsabilidad en la protección del medio ambiente deben saber que algunos (de los que se movilizan) están condenados por actos de terrorismo», señaló el fundador y dirigente del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), brazo de los Hermanos Musulmanes en Turquía, en referencia a grupos de la oposición como el DHK-PC (Frente de Liberación del Pueblo Turco), presentes según el primer ministro en las movilizaciones a través de sectores de la ultraizquierda.

Este frente reivindicó el atentado contra la Embajada de Estados Unidos en Ankara del 1 de febrero en el que un vigilante turco de seguridad perdió la vida. Erdogan añadió que piensa seguir adelante con el proyecto de transformar la última zona verde del centro de Estambul en un centro comercial porque «estamos intentado cambiar el país, que progrese» y «al igual que no podemos aceptar que la mayoría se imponga sola (por su propio peso) a la minoría, tenemos que entender que hay que respetar los derechos de la mayoría en lo que respecta a la protección del patrimonio de Estambul».

El único gesto de concordia del político islamista, además de un tono quizá menos estridente que en días anteriores, fue la petición de disculpas por el «uso excesivo de gases lacrimógenos, pero no existe ningún país que no los utilice». Se trata, en todo caso, de una demanda de perdón diferente a la pronunciada por su número dos, Bulent Arinc, que en su encuentro la víspera con los representantes de la protesta había aludido a la contundencia de las fuerzas del orden durante la represión de la última semana. También el presidente del país, Abdulá Gül, ha tratado de acercar posturas, pero sus voces no tienen fuerza frente a la de Erdogan. Los tres pertenecen al mismo partido.

Cada vez hay más

Las palabras del primer ministro, poco antes de volver a casa, llegaron a plazas como la de Taksim en Estambul a media tarde, pero no ahogaron la sensación de fiesta que invade este lugar y el vecino parque Gezi, donde miles de personas volvieron a darse cita durante la jornada y en especial a partir de la caída de la noche. Cada vez hay más tiendas de campaña, y se incrementa el número de personas que pasan allí las 24 horas. «(Erdogan) Aterriza a las nueve en Ankara y a esa misma hora nos concentraremos para gritar con más fuerza que nunca. Erdogan se siente fuerte, pero nosotros más. Y si la Policía vuelve a usar la violencia, responderemos», aseguraba Serkan Gundogdu, miembro del Partido Socialista, para quien las opciones de una salida dialogada al conflicto «están a un 50%».

Mientras la tensión en Estambul parece haberse rebajado en las últimas dos jornadas, la noche del miércoles volvió a ser conflictiva en Ankara. En Adana, en el sur del país, un agente de Policía murió como consecuencia de una caída -desde un puente, según la versión oficial- cuando perseguía a un grupo de manifestantes. Con su fallecimiento son ya cuatro las víctimas mortales desde el estallido de una crisis que ha provocado más de 4.000 heridos, según las asociaciones médicas. Medio centenar de ellos permanecen en unidades de cuidados intensivos. Lo que empezó hace una semana como una protesta en contra de la construcción de un complejo comercial en el centro de Estambul se ha convertido ahora en un pulso al Gobierno, que está a la espera de las decisiones que pueda adoptar Erdogan en las próximas horas. La Policía no se acerca a lugares como Taksim y permanece agrupada en la zona de Besiktas, pero cada día se siguen produciendo detenciones en todo el país. Después del arresto de 24 personas en sus domicilios en la ciudad de Esmirna, 450 kilómetros al suroeste de Estambul, bajo la acusación de «incitar a la revuelta» mediante mensajes en la red social Twitter, el diario Radikal informó de la detención de once extranjeros acusados de ayudar a provocar las protestas. Según el periódico, se trataría de cuatro estadounidenses, dos británicos, dos iraníes, dos franceses, un indio, un alemán y un griego.

Barricadas kurdas

Entre la multitud de colores, pancartas y eslóganes de la plaza Taksim y el parque Gezi, en plena entrada a la zona, destacan las fotos de Abdulá Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que hace un mes selló la tregua con el primer ministro turco. Seguidores de 'Apo' como Dilçat Gakmal, estudiante de inglés de 18 años, piensan que «esto nos está sirviendo para mejorar las relaciones con los turcos. Si Erdogan no cede y hay que luchar, tenemos experiencia de sobra», señala el joven, que recuerda que «todas las grandes barricadas que sellan los accesos a Taksim las ha levantado nuestra gente».