Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
El escritor Antonio Muñoz Molina, ayer, en Madrid. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
Sociedad

Un republicano en la corte de la palabra

El escritor reivindica con orgullo a la generación de escritores que nacieron con la democracia y tiene palabras ambivalentes para la fIgura del Rey Antonio Muñoz Molina recibe sin complejos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras

Actualizado:

A estas alturas huelga decir que Antonio Muñoz Molina es republicano. Su abuelo luchó contra el bando de los sublevados y él siempre ha reivindicado los ideales de la sanidad y la instrucción públicas, la igualdad ante la ley y la libertad como valor radical. Ello no es óbice para que el escritor reciba el Premio Príncipe de las Letras con satisfacción, sintiéndose un hombre afortunado en lo personal y lo literario y que ensalza a don Juan Carlos en tiempos atribulados, a contracorriente. «A España le vino bastante bien la presencia del Rey, fue muy útil», aseguró el novelista.

El galardonado llegó al Palacio de Linares, sede la Casa de América, acompañado de su mujer, la también escritora y periodista Elvira Lindo, y ofreció una rueda de prensa multitudinaria. Si algo tiene Muñoz Molina son tablas. Salió airoso de las preguntas sobre la monarquía y dio una de cal y otra de arena. Después del halago al Rey vino la censura elegante y respetuosa. «Ahora bien, las personas que encarnan la institución monárquica no han estado siempre a la altura de las circunstancias. Son excelentes personas en una situación imposible». Lo dice alguien que asistió en 2004 como invitado a la boda del Príncipe de Asturias con doña Letizia, ataviado con el preceptivo chaqué.

Casi recién llegado de Nueva York, donde pasa largas temporadas, el escritor cree que a veces el régimen político es lo de menos. Puestos a elegir entre la monarquía holandesa y la República de Venezuela, se decanta sin dudarlo por la primera.

A este hombre de orígenes humildes le incomodan las etiquetas y las filiaciones políticas inflexibles, al tiempo que dice ser consciente de que la disidencia, en España, se paga cara. Evocó la anécdota de aquel campesino andaluz que después de ver una obra de teatro de vanguardia exclamó: «No entiendo nada, ¡pero soy comunista hasta el tocón!». El laureado procura que se le enjuicie más por lo que hace que por lo que se define. Para el autor de 'El jinete polaco', la historia se muestra caprichosa. «A veces el ideal republicano lo cumplen mejor las monarquías que las repúblicas».

Sabedor de que pertenece a una «generación privilegiada de escritores», aquella que empezó a publicar en la Transición, el escritor reivindica con orgullo el pertenecer a una estirpe de creadores que nació con la democracia, un grupo que contó desde el principio con una adhesión entusiasta de lectores ávidos de historias nuevas.

¿Cuál es el papel de la literatura en la era de internet? El ubetense lo tiene claro: en épocas de encogimiento del ánimo como la que se vive ahora, las ficciones son más necesarias que nunca. «La literatura es un acto de resistencia enconada y furiosa».

Plumas estilográficas

Pese a los tiempos desabridos el escritor no pierde la esperanza, aunque hay una cosa que le preocupa mucho: el poder omnímodo de las multinacionales tecnológicas, a las que les importa un bledo la pervivencia del ecosistema literario: ese delicado equilibro que está a punto de romperse y que está suponiendo la destrucción de librerías y bibliotecas pública y condenando a la indigencia a muchos escritores. Larra dijo que escribir en España es llorar, pero no que hubiera que morirse de hambre. «Las profecías apocalípticas son peligrosas. Cuando surgieron las plumas estilográficas muchos desconfiaron de ellas», alega con sorna.

No dio nombres, pero todo el mundo le entendió: la primacía de Amazon, Google y compañía hacen peligrar la cultura del libro, porque «las compañías tecnológicas lo que quieren es el monocultivo». El autor de 'Plenilunio' no es un tecnófobo. «No estoy en contra del 'e-book'. Es como si estuviera en contra del telégrafo». Piensa que el libro en papel puede coexistir con el electrónico.

A Muñoz Molina le produce un poco de grima la palabra 'intelectual', un término empleado por el jurado del Príncipe de Asturias. Él profiere llamarse 'hombre de letras'. Con el vocablo 'comprometido' le ocurre algo parecido, le pone en alerta. «Se puede estar comprometido con las causas más abominables. El nazismo exigía un arte enfático y una literatura palabrera».

Su filosofía es que los premios literarios tienen algo de aleatorio; otros escritores son igual de merecedores del Príncipe de las Letras. Y subraya que estas distinciones poseen algo de justicia reparadora. «En 1980 le dieron el Cervantes a Juan Carlos Onetti. El premio sirvió a Onetti y su mujer, Dolly Muhr, para que tuvieran una vida más tranquila», sostiene el escritor. Hablando de la situación de hoy en día, a Muñoz Molina le obsesiona los pasos atrás en lo social. «Me preocupa que nos olvidemos de lo que hemos perdido».