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Obama sortea a la oposición con una jugada maestra
Burla el veto republicano a Susan Rice al situarla como Asesora de Seguridad Nacional y envía a Samantha Power a la ONU
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarDesde fuera, los nombramientos de ayer parecen el típico movimiento de fichas que suele hacer Barack Obama al elegir nuevos cargos, siempre desconfiado de nuevas caras y dispuesto a reciclar cargos para no tener que apostar por extraños. Esta vez, sin embargo, el nombramiento de Susan Rice como nueva Asesora de Seguridad Nacional y el de Samantha Power como su sustituta al frente de la diplomacia estadounidense en la ONU es una jugada maestra con la que da jaque a la oposición en el Congreso y refuerza la línea humanitaria de su gobierno.
A Rice, una amiga cercana de 48 años, la tenía en mente para sustituir a Hillary Clinton al frente del Departamento de Estado, pero la oposición la convirtió en cabeza de turco por los atentados contra el consulado de Bengasi en los que Rice no tuvo nada que ver. Su único fallo fue cumplir con la petición de la Casa Blanca para salir en televisión después explicando la versión del gobierno, que en esos momentos lo atribuía a las manifestaciones contra un vídeo antimusulmán difundido en Internet. Indignado, Obama les llamó tácitamente cobardes por enfrentarse al eslabón más débil de la cadena de mando. De ahí que el entonces senador John Kerry, con numerosos amigos en el comité que aprueba la nominación, se hiciera con el despacho de Clinton en el Departamento de Estado.
En ese Rice nunca ganaría la aprobación del Senado, pero Obama le encontró uno de máxima relevancia sin necesidad de someterlo a consulta Asesora de Seguridad Nacional. «Estoy absolutamente entusiasmado de tenerla de vuelta conmigo», dijo.
Para el puesto de Rice, Obama tenía a mano a la persona ideal: Samantha Power, una periodista de 42 años que lleva muchos trabajando en temas de gobierno relacionados con la lucha por los derechos humanos en las relaciones internacionales y especialmente preocupada por la postura impasible de su país ante los genocidios.
Por el contrario, Samantha Power, autora de un libro sobre 'Sergio Vieira de Mello y la lucha por salvar al mundo', es una multilateralista convencida de que EE UU tiene que trabajar más con la ONU para defender los derechos humanos en lugar de mirar hacia otro lado. Desde ahí ha trabajado mano a mano con Rice en la gestión diplomática de Naciones Unidas, con la que unió fuerzas para que Obama autorizase la intervención en Libia. «Creo que en Estados Unidos no entendemos lo que es la ONU», dijo una vez. «La tendencia es convertirla en cabeza de turco por la indiferencia de los estados miembros a los problemas del mundo».