La Mamba Negra
Actualizado:First. Lo suelto rápido y paso a otra cosa. Si hay maltrato en el ámbito familiar, deben ser sujetos activos y pasivos todos los que pertenezcan a la familia: hombres, mujeres, niños y abuelos. Lo contrario, zarandajas y desigualdades. Hala, ya descansé. Siguiente: Estos siete días desde nuestra última cita han dado de sí, desgraciadamente. La noticia de los dos niños muertos en Algeciras ha anulado la alegría del ascenso del equipo de la ciudad a la 2ª B más gaditana de la historia. No se sabe aún el por qué pero cuando mueren chiquillos de esa edad una sensación de desazón sin llanto aflora en nuestros estómagos. Después, como salido de una película de RZA, nos encontramos a un maestro shaolin (de Bilbao) detenido por unos crímenes que, de ser ciertos, serían más espeluznantes aún que la tragedia de los niños. Huang Carlos Aguilar dijo ser, con 31 años, el primer monje shaolin español (y occidental). Desde entonces se dedicaba a la enseñanza marcial y espiritual en su gimnasio en las vascongadas. Al parecer, ha confesado haber torturado y dejado en coma de una paliza a una mujer nigeriana, Ada, que algunos han calificado de prostituta. Cuando la Ertzaintza entró en el gimnasio y se encontró esa escena tan Pulp Fiction, descubrió también varias bolsas repletas de restos óseos humanos, pertenecientes a otra mujer.
Dice Alfonso Guerra, –siempre proclive a hundirla hasta la bola; no resignado como está a convertirse en pictograma de nuestro pasado en blanco y negro (o technicolor)– que tal y como está el erial –eso que los demodés llaman crisis– lo normal es que haya violencia de Tarantino para arriba. Escucho a –frívolos– amigos decirme –ahora que no gobierna el partido de sus amores, por cierto– que la gente debería salir a la rúe a protestar y quemar contenedores («y luchar por sus derechos ciudadanos», añaden con la boquita pequeña). Hablan como algo bueno de la guillotina (sus frases normalmente la asocian con la decapitación de la monarquía) y de la revolución francesa, como si la adopción del terror como forma de gobierno pudiera solucionar los problemas de la gente de a pie, o a caballo. No me cabe la menor duda de que los revolucionarios son los que nada tienen, los que nada pierden, los que están abajo de la cadena alimenticia. O productiva. Aunque, hay que confesarlo, a veces dan ganas de batirse en duelo con la ‘Tizona’ en una mano y la Biblia en la otra –como si de una Mamba Negra a la española se tratase– y lanzar certeros tajos sin piedad, como cuando descubrimos que los parlamentarios andaluces se subieron sueldos y dietas a escondidas y, al ser pillados, se conformaron con pedir perdón y no dimitir, con el beneplácito de Griñán y Valderas.
Esa es la España crisálida, la nación/consecuencia tristísima de una crisis económica y de valores donde el horror, la traición y el dolor esperan debajo de cada cama, vestidos de cotidianeidad. Donde como ‘La Novia’ en ‘Kill Bill’, hemos de hacer un esfuerzo autárquico por mantener intactas la dignidad y la compasión. Y nuestra cordura.