Nadal progresa adecuadamente
El balear se clasificó para cuartos de final gracias a su mejor partido en París que le sirvió para derrotar al nipón Nishikori
PARÍSActualizado:Uno de los clásicos de este deporte es ver a Rafa Nadal brillar en la segunda semana de Roland Garros y presenciar cómo termina ganando en París. La primera condición ya se ha cumplido. Después de tres partidos irregulares en los que el de Manacor se había olvidado de jugar bien pero no de ganar, el Nadal de las grandes ocasiones ha llegado a la capital francesa. En su tercer partido en cuatro días, esta vez sí fue Nadal. Ha tenido que ser en octavos de final ante Nishikori cuando se ha visto su mejoría. Habrá quien piense que la espera ha merecido la pena después de ver cómo arrollaba al japonés por 6-4, 6-1 y 6-3 en dos horas y dos minutos. Aún tiene margen de mejora, pero ha encontrado la senda del buen juego. En cuartos de final será el turno de medirse al suizo Wawrinka, que le remontó dos sets al francés Gasquet.
Tras un inicio de torneo gris, el manacorense desempolvó su derecha, se acordó de cómo se jugaba metido en la pista y se propuso retomar sensaciones. Eso lo consiguió el día en el que cumplía 27 años. Una jornada en la que el balear se regaló su partido más cómodo frente a un rival que apenas le incomodó. Todo acompañado de una grada que le cantó el ‘cumpleaños feliz’ al terminar el choque, con tarta incluida por parte de la organización. Una tarde donde el sol volvió a salir sobre la capital parisiense y en la que Nadal volvió a disfrutar sobre la arcilla de su ‘Grand Slam’. «Hoy ha sido un día muy especial para mí», resumió el de Manacor.
Después de las dudas ofrecidas anteriormente, era una incógnita ver cómo se encontraba ante Nishikori. Esos interrogantes se disiparon en cuatro juegos, el tiempo que tardó en entrar en calor -lo que le duró el servicio al japonés-. Tras haberse dejado por el camino un par de bolas de ‘break’ a su favor, el nipón veía como el español, sin hacer prácticamente nada, ya tenía una rotura a su favor. Cosas de Nadal. El ‘modus operandi’ de Nishikori estaba muy definido: no dudaba en esperar agazapado como un cazador y atacar a la mínima oportunidad. Su espera tenía un objetivo: soltar a la contra latigazos con su revés y acortar el punto obteniendo tiros ganadores. Obviamente la empresa era complicada.
Después de correr detrás de la bola más de la cuenta al inicio del primer set, Nadal comenzó el segundo dominando. Había abandonado la zona de la publicidad de la pista para adentrarse en la línea de fondo; desistía de su juego defensivo y se lanzaba al ataque. Ese cambio de chip se tradujo en resultados positivos. A nivel de juego fue poco a poco encontrándose más cómodo en su tierra, la que le ha encumbrado como uno de los más grandes de la historia. A nivel de resultados, abrió brecha con más facilidad de lo esperado.
Su poder de resolución era demoledor. Sin llegar a su mejor versión –tampoco le hizo falta-, los juegos caían con facilidad. La tranquilidad era absoluta. Nishikori no inquietaba al español. No daba la impresión de creérselo. La balanza llevaba un buen rato desequilibrada. Tanto que no hubo conato de sublevación ni amago de remontada. Nada. El partido estaba visto para sentencia desde que Nadal se hizo con la segunda manga y se vio que no aflojaba en la tercera. El duelo era suyo. En el horizonte está cada vez más cerca el posible cruce de semifinales.