La poderosa abogada de Obama
Kathryn Ruemmler, asesora legal de la Casa Blanca, se ha convertido en una figura inseparable del presidente de EE UU
NUEVA YORK.Actualizado:Hasta hace dos semanas Kathryn Ruemmler, de 42 años, disfrutaba del anonimato de uno de los trabajos más delicados de la Casa Blanca: asesorar al presidente sobre las ramificaciones legales de su gestión. Un puesto en el que, como recordaba el lunes 'The New York Times', nadie se hace famoso por nada bueno. Basta recordar a Alberto Gonzales, el primer consejero legal de George Bush, que pudo pasar a la historia por ser el primer hispano en el puesto, pero en lugar de ello se le recordará por justificar legalmente las aberraciones de su lucha antiterrorista.
El de Kathy, como se la conoce en el Ala Oeste, no es un puesto destinado a la gloria, pero sí de una importancia crítica. Tampoco Barack Obama es Bush, sino un prestigioso abogado de Harvard. Por lo mismo, su consejera legal no es alguien como Harriet Miers, que fue rechazada por el comité judicial del Senado, donde su propio partido tenía mayoría, por sus flagrantes lagunas legales. Pero es que Ruemmler, a diferencia de Miers, no era una leal amiga del presidente que lo siguió hasta la Casa Blanca, sino una brillante fiscal que perseguía a criminales de cuello blanco. Su mayor trofeo es la condena de los ejecutivos de Enron, Kenneth Lay y Jeffrey Skilling, por uno de los mayores fraudes contables de la historia corporativa. Ruemmler tiene enmarcada en su despacho la portada del 'Houston Chronicle' en la que se anuncia el veredicto.
Obama no confía fácilmente en extraños. La mayor parte de los puestos de confianza los ha otorgado a profesionales de la política que conoce desde Chicago. El resto recaen sobre todo en gente que ya probó su valía bajo el mando del anterior presidente demócrata, Bill Clinton. Es el caso de Ruemmler, pero no habría sido suficiente para ganarse un cargo tan cercano al presidente si no hubiera impresionado a Robert Bauer, el anterior consejero legal de Obama, que la vio actuar como adjunta del fiscal general en el Departamento de Justicia. Fue Bauer quien la fichó para trabajar con él. Al año siguiente, cuando dejó el puesto para trabajar en la campaña de reelección de Obama, Bauer la recomendó para sucederle.
Dicen que en ese tiempo se había enemistado con otros poderosos consejeros del mandatario, como su amiga Valerie Jarrett, que según las malas lenguas es la voz de la primera dama en el Ala Oeste, o el propio fiscal general Eric Holder. Con todo, su impresionante cerebro y su carácter afable le habían conquistado. Como experto legal que es, Obama supo valorar que «Kathy es una espectacular abogada con un juicio impecable», dijo al anunciar su nombramiento en 2011.
Fue ella la que escribió la base legal para defender la reforma sanitaria en el Supremo, la que confió durante meses en que prevalecerían ante la mayoría conservadora del tribunal, y la que le dio la buena noticia mientras el mandatario escuchaba estremecido en televisión que el Supremo había fallado en su contra, como se informó erróneamente en los primeros minutos. El abrazo en que se fundieron, capturado para la posteridad por el fotógrafo oficial de la Casa Blanca, es el mejor testimonio de cuán estrecha es la relación que se ha forjado entre ambos.
Absoluta confianza
Cuando Obama se enfrentó en abril al primer ataque terrorista que se produce con éxito en suelo estadounidense desde el 11-S, fue ella la que estaba a su lado. Tal es la confianza que le tiene que le pidió que lo acompañara a Boston en calidad de enlace con el FBI para procesar con ella la información que la investigación arrojaba. Pero fue también en esos días cuando Ruemmler tomó la decisión que la ha puesto en la picota. Una investigación interna sobre el Servicio de Recaudación de Impuestos (IRS) solicitada por la oposición revelaba que los funcionarios de una oscura oficina de Cleveland (Ohio) sometieron a mayor escrutinio las solicitudes de grupos relacionados con el Tea Party que pedían estar exentos de impuestos. Ruemmler decidió no informar de ello al presidente, que se enteró de la investigación un mes después por televisión.
Los expertos y el propio mandatario creen que hizo lo correcto ahorrándole intervenir hasta que los resultados fueran públicos, pero la oposición la acusa de incompetencia y, lo que es peor, de manipulación política. Ruemmler, que probablemente ha proporcionado delicados consejos al mandatario en temas como el uso de los 'drones', está ya en la mira de los furibundos republicanos que buscan dañar a la Casa Blanca de cara a las elecciones legislativas del año que viene.
La influencia de Ruemmler, sin embargo, sigue intacta. Su amiga Lisa Monaco, que recomendó para el cargo de asesora antiterrorista, se ha vuelto tan valiosa para el presidente en menos de tres meses que este no ha querido promoverla a directora del FBI con tal de no perderla. A ambas se les atribuye también el éxito del discurso sobre política antiterrorista que el mandatario dio la semana pasada. Y su recomendación para el Tribunal de Apelaciones de Washington D.C. ha sido aprobada por el Senado, algo nada despreciable en estos tiempos de obstruccionismo político.
Si a Obama se le presenta una tercera oportunidad para elegir a un juez del Tribunal Supremo será ella la que le presente a los candidatos y revise sus credenciales. Y quién sabe si un día ella misma estará entre ellos.