El padre de Todashev con la foto de su cadáver durante una rueda de prensa en Moscú. :: M. SHIPENKOV / EFE
MUNDO

La maldición de los Tsarnáev

Checheno asesinado por la Policía en Florida hace dos semanas ni estaba armado ni era amigo de los presuntos autores del atentado de Boston

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Para quienes aceptan que los hermanos Tsarnaev colocaron las dos bombas que estallaron en la meta del maratón de Boston sólo queda una duda: ¿Actuaron solos? Cuando la policía revisó el teléfono móvil de Tamerlan Tsarnaev en busca de posibles conexiones extranjeras encontró el nombre de un checheno, Ibragim Todashev. Ahí empezaron los problemas de este joven de 27 años que ahora yace en una morgue de Florida. Su único crimen, haber ido al mismo gimnasio que el mayor de los Tsarnaev.

«Ni siquiera eran amigos, sólo conocidos», dijo ayer a este periódico Hassan Shibly, que representa legalmente a su viuda en la difícil misión de descubrir qué ocurrió el 22 de mayo, cuando la policía le metió siete tiros, incluyendo uno en la cabeza. Para su padre, ése fue el tiro de gracia que confirmó la ejecución. «Tal vez sabía algo que la policía no quería que saliera a la luz y decidieron callarlo para siempre», especuló ayer Abdulbaki Todashev en la conferencia de prensa que dio en Moscú. El hombre se desplazó hasta la capital rusa para pedir un visado en la embajada de EE UU con el que ir a recoger el cadáver de su hijo y averiguar lo que le ha pasado. «Quiero justicia, quiero una investigación, quiero que lleven a esos tipos a juicio. No son agentes del FBI, son bandidos».

En los días que siguieron a su asesinato, las filtraciones compensaron el silencio oficial. «Fuentes» del FBI y de la policía dijeron a distintos medios que Todashev estaba a punto de firmar una confesión del triple homicidio sin resolver con el que se quiere conectar a Tamerlan Tsarnaev. Uno de los tres muertos era su mejor amigo, pero el mayor de los Tsarnaev no fue al entierro. Eso no despertó mayores sospechas hasta que el FBI le declaró culpable de los atentados de Boston, lo que hizo reabrir el caso de los tres jóvenes degollados el 11-S de 2011.

No estaba en la ciudad

Nada, sin embargo, le conecta todavía a ese crimen, y menos a Todashev, que según su padre ni siquiera le creía culpable de los atentados. El abogado de su viuda sostiene que ésta puede demostrar que ni siquiera estaba en Boston el día de los asesinatos. Tampoco el FBI parece tener grabado el interrogatorio de cinco horas que acabó en su muerte, presuntamente porque él se volvió agresivo. Las filtraciones iniciales decían que de pronto amenazó a un agente con un cuchillo y éste disparó en defensa propia. Luego, el cuchillo resultó ser una espada de Samaria, que ahora ni siquiera estaba en manos de Todashev, sino en alguna parte de la casa. La última filtración sostiene que, tras casi cinco horas de interrogatorio, el joven perdió los nervios y tiró la mesa, lo que provocó que al menos un agente del FBI se golpeara la cabeza contra la pared, con heridas que merecieron varios puntos. Como Todashev era boxeador y experto en artes marciales, los agentes alegarán que recurrieron a las armas para contrarrestrar el peligro.

«Es ridículo, hablamos de un hombre que estaba cooperando con la policía, que canceló el billete que tenía para ir a pasar el verano con su padre a Chechenia para cooperar con la investigación», explica Shibly. El abogado y director ejecutivo del Consejo de Relaciones Islámico Americanas de Florida (CAIR), insiste en que no acusa a nadie de nada, solo pide que se investigue si se violaron sus derechos. Dado que Todashev estaba desarmado, este último punto parecería obvio, de no ser porque en EE UU las fuerzas del orden tienen derecho a defenderse con sólo temer por su vida. Así es como los cuatro policías que le metieron 41 disparos a un joven guineano de Nueva York, llamado Amadou Diallo, fueron famosamente absueltos, aunque pagaron tres millones de dólares a su madre en compensación.

CAIR no busca dinero, sino proteger los derechos de otros musulmanes que puedan encontrarse cara a cara con la policía. En casa de Todashev, los agentes del FBI y de la policía de Massachusetts le retuvieron sin haberle detenido e incluso despacharon a su amigo, que le esperaba fuera. El mismo al que luego entregaron el cadáver y tomó las 16 fotos que ayer blandía su padre.