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Una de las obras de la exposición. / J. Martín (Efe)
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Los pintamonas que hicieron de la política una historieta

La Biblioteca Nacional acoge desde hoy la exposición ‘La Transición en tinta china’, que recupera la obra de los humoristas gráficos desde el tardofranquismo a la democracia

ANTONIO PANIAGUA
MADRIDActualizado:

El humor es una forma rebeldía. Lo saben bien los dibujantes que durante la Transición sedujeron al lector con igual o incluso más intensidad que los cronistas. Una exposición en la Biblioteca Nacional recupera ahora aquellos chistes y viñetas, insumisas e irreverentes, que despojaron de sus vestiduras solemnes a los dirigentes políticos. ‘La Transición en tinta china’, la muestra que permanecerá abierta del 28 de mayo, y hasta el 25 de agosto, se compone de fondos propios de la entidad y de originales cedidos por Forges, Peridis, El Perich, Gin, Mingote, Chumy Chumez, Siro o Ballesta. Además, la Casa Real ha prestado varias caricaturas que tienen como personaje protagonista al Rey.

La transición de la dictadura a la democracia coincide con una primavera del humor político gráfico. Desde las postrimerías del franquismo, los pintamonas –como se define Forges- desafiaron la paciencia de la censura y ofrecieron a los lectores todo su talento e ingenio satírico. Los periódicos y revistas acogieron esa eclosión con entusiasmo. Unas veces las publicaciones eran de nuevo cuño, nacidas al socaire de los nuevos aires de libertad, y otras eran las de siempre, aunque contagiadas de ese espíritu crítico e iconoclasta.

La exposición, de la que es comisario Francisco Bobillo de la Peña, quien se ha visto auxiliado para esta empresa por Forges y Peridis, acoge obras de Gallego & Rey, Mingote, Máximo, Mena, El Roto, Perich, Sir Cámara, Killian, Martín Morales, Romeu, El Cubri, Ja, Quino, Ivá, Carlos Jiménez, Chumy Chumez y Cesc, entre otros. Las creaciones de estos artistas de lo efímero que hicieron reír a los españoles aparecieron en incontables publicaciones, desde el ‘Hermano Lobo’ a ‘El Jueves, pasando por ‘Abc’, ‘Blanco y Negro’, ‘El cuervo, ‘Cuadernos para el diálogo’, ‘Informaciones’, ‘Pueblo’, ‘El País’, ‘Cocodrilo Leopoldo’, ‘El Papus, ‘La Codorniz’, ‘Por favor’, ‘Triunfo’ o ‘Época’.

Los autores de las viñetas no ahorraron mordacidad e invectivas al poder y apostaron sin titubeos por la libertad. De sus chistes se desprende una visión del país poco complaciente, nunca dispuesta a consentir una democracia mutilada o maquillada. A los gobernantes esas chanzas le sonaban en demasiadas ocasiones a desacato e insubordinación, de modo que la relación entre dibujantes y poder instituido no fue siempre apacible.

Políticos disconformes

Con todo, no siempre el humor reviste expresiones satíricas. En el caso de Peridis, los políticos se humanizan y hasta se muestran disconformes consigo mismos. A juicio de los organizadores, la risa funciona como conjuro, exorciza los miedos, al tiempo que es transgresora, impertinente e infunde alivio.

En los albores de la democracia, los humoristas gráficos se mostraron diestros en emplear “los recursos expresivos de la comedia y de la farsa”. Según el comisario y sus ayudantes, se manejaron con soltura al recurrir a “los instrumentos de la retórica clásica, para satirizar situaciones, desenmascarar actitudes y burlarse de lo pretendidamente serio”. “Era otro modo de denunciar atropellos o injusticias desde la ironía sutil o la irreverencia ácrata”.