Sociedad

El explorador del hielo

Prepara una expedición científica con su Catamarán Polar, muy modificado, para el próximo mes de octubre El aventurero Ramón Larramendi sueña con que España lidere la investigación en la parte «más remota» de la Antártida

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El primer explorador polar fue el español Gabriel de Castilla, que en el siglo XVII descubrió la Antártida. Luego llegaron el noruego Roald Amundsen, el británico Robert Falcon Scott y el irlandés Ernest Shackleton, que pelearon por poner sus respectivas banderas en los casquetes polares. Ahora, en pleno siglo XXI, le toca el turno al explorador y aventurero madrileño Ramón Larramendi, el primero en recorrer la Antártida en un Catamarán Polar y habitual en las expediciones que recorren el Polo Norte. Pretende poner a España a la cabeza de la investigación del continente helado perfeccionando su vehículo para explorar la Antártida Oriental, «la zona más desconocida y remota».

Larramendi, que vive a caballo entre Groenlandia y Madrid, está preparando su nueva aventura en compañía de otras cuatro personas. Esta semana visitó España para participar en una conferencia en la National Geographic Store, donde trazó las pinceladas de una aventura en unos territorios helados que tanto le atraen, porque «son la última región salvaje de la tierra. La última gran frontera virgen de un planeta que está totalmente masificado. Se trata de lo más parecido a un viaje a otro planeta, pero dentro de nuestro planeta».

Pese a las numerosas expediciones realizadas a la Antártida todavía queda territorio virgen por visitar, porque «aquello es tan enorme, tan inabarcable, que podemos decir que no he hecho nada más que empezar a hacer cosas». Es precisamente en el continente helado donde quiere realizar «la circunvalación de la Antártida Oriental, quizás la zona más desconocida y remota».

Es la llamada 'zona de inaccesibilidad', en la que el aventurero utilizará de nuevo su invento, el Catamarán Polar, una especie de trineo propulsado por velas de diferentes tamaños, en función de la fuerza de los vientos. «Para ello he realizado distintas expediciones con el fin de dar al vehículo un desarrollo técnico superior, con mejores prestaciones y mayor eficiencia», detalla. En este viaje, el Catamarán Polar contará con un arsenal de 20 velas, frente a las 12 que empleó en la Expedición Acciona Antártida 2011, en la que recorrió en 34 días más de 3.500 kilómetros, con parada en el Polo Sur.

«Extrema simplicidad»

El nuevo Catamarán Polar tendrá unos 13 metros de largo, por cuatro metros de ancho. Su vela mayor tendrá 150 metros cuadrados. Según explica Larramendi, la clave de su invento «es su extrema simplicidad». «Estamos mejorando las prestaciones para poder arrastrar hasta cuatro toneladas de carga y permita viajar en él a seis personas, que pueda llevar muestras de nieve, las placas solares suficientes para generar un kilovatio de potencia y que realmente, más allá de ser un vehículo de aventura, sirva para realizar un programa de investigación con instrumental complejo».

Con esta próxima expedición -que inicialmente podría partir el 25 de octubre- Ramón Larramendi quiere «demostrar el potencial que el Catamarán Polar tiene como vehículo de investigación científica». «Mi sueño es que España, a partir de este medio de locomoción, pudiera realizar un proyecto de investigación en la parte más remota de la Antártida», destaca.

Este aventurero sabe los problemas que existen para viajar a los casquetes helados del planeta, por lo que creó Tierras Polares, una empresa para hacer turismo en estos recónditos lugares. Está dirigida a personas que «quieren conocer otro mundo y desconectarse del nuestro, porque un viaje polar es un viaje de desconexión, a otra inmersión, a otra realidad mucho más en contacto con la naturaleza, un poco con la esencia de nosotros mismos», matiza.

Larramendi minimiza los riesgos de las bajas temperaturas, los deshielos o los osos blancos porque considera que «es más peligroso pisar el trópico», porque los casquetes polares «son las zonas más seguras del mundo». Además, «no tienen ningún tipo de enfermedades».

En sus continuos viajes por ambos polos constata «cómo va cambiando el clima». «He vuelto hace unos días de Groenlandia, tras realizar una expedición por la banquisa -la corteza de hielo- del Mar Helado y cada año es más pequeña».