Ruina, desarrollo, crisis
SACERDOTE Y ECONOMISTAActualizado:Sorprende ver reunidas esas tres palabras que significan situaciones tan diferentes, pero la verdad es que son conceptos que expresan la realidad del proceso económico. Para no andar por las ramas, vamos a referirnos a la ruina europea de 1945, final de la guerra mundial en Europa. Pero también podemos referirnos, y vamos a tratar de hacerlo, a la España de 1939, final de la guerra civil y los años siguientes.
¿Qué había en Alemania en 1945? Ruina, ruina total: desmantelada su industria, las ciudades arrasadas, millones de muertos, desaparecidos, prisioneros... Pero también tenían verdaderos valores. Tenían una tradición de conocimientos tecnológicos que venían de antiguo y que se habían desarrollado más aún en la industria de guerra; tenían unos ciudadanos con amplia sabiduría técnica; tenían una voluntad de unión para levantar su país que superaba todo recuerdo de nazismo y división. Y unos dirigentes ejemplares en saber y en rectitud.
Si referimos la situación de ruina al proceso económico, la carencia de todo encierra un factor positivo: la demanda será total. Quiere esto decir que todo lo que se oferte será absorbido por la demanda. Por tanto, lo que se precisa es ponerse a producir de todo, porque todo va a ser consumido por una demanda que carece de todo, pero que trabaja produciendo de todo y reclama de todo. Situación ideal para ponerse a producir y crear un fantástico desarrollo.
Los vencedores de 1945 habían aprendido que ahogar al vencido, como se intentó en 1918, significa ruina. Por eso ahora se aplicó el plan Marshall: ayudar a Europa con bienes de equipo y con dinero para poner en marcha la circulación de la vida económica. La realidad es que en 1950 ya demandaba Alemania mano de obra. En 1960 algunos fuimos enviados a Alemania a visitar a nuestros españoles y Alemania era plena actividad con un desarrollo impresionante. Lo era más para nosotros, que llegábamos de una Andalucía que carecía de casi todo.
Si lo retrotraemos a la España de 1939, aquello era lo mismo o peor que el 1945 de Europa. No había de nada en aquella España atrasada y encima arruinada y los españoles divididos. Pero cuando llegó tecnología de fuera -tal vez, empezó por el automóvil- y llegó ayuda dineraria, en aquella sociedad que no tenía de nada, la demanda se presentaba total y bastaba producir y ofertar para que el desarrollo -'el milagro español'- fuese una realidad. Y encima el dinero que enviaban los emigrantes y el dinero que entraba con el turismo. Se crecía a ese ritmo de más del 8% que ahora tienen también los que llamamos 'subdesarrollados' y ya empiezan a no serlo. (Hagamos un inciso sobre el valor humano del llamado desarrollo: ¿La riqueza creada se distribuye de un modo justo para el bien de todos? ¡Ah!...)
Vamos a dar un salto atrevido. ¿Por qué decimos que tras el proceso de desarrollo 'milagroso' llega la crisis? A bote pronto, porque la demanda se satura: no teníamos de nada y ahora tenemos de casi todo. En ese punto, la demanda decrece o se para. Eso significa que decrece o se para la oferta, que es tanto como decir la economía productiva: no tiene horizonte producir si no se vende y se cobra, para que así siga rotando la rueda de la sociedad de consumo, y el pleno empleo, y esas cosas de que a veces hablan los políticos tan a la ligera.
En la política económica, antes o después, nos encontramos con la consideración del factor humano. ¿Qué se quiere decir? Que si ese proceso de tener de todo se satura y ya no se vende ni se cobra, ¿qué haremos? Ver cómo podemos acaparar el mercado eliminando a los otros: es la competencia, decimos. Pero también podemos fabricar para exportar, y la competencia será contra los otros que quieren exportar, en una economía tan comunicada que llamamos global. Del desarrollo generalizado pasamos a la dura realidad de que las economías débiles o mal orientadas van a ser barridas por la competencia mundial.
Problema español. Nos hemos creído que el proceso de desarrollo no tenía límites, que ya éramos ricos y lo íbamos a ser cada vez más. ¡A gastar! Pues no. Eso será posible si producimos bienes que se vendan y se cobren en el mercado mundial, pero hemos producido sin talento, no bienes industriales exportables sino casas y más casas, que iban a venir los extranjeros a comprarlas... Pues no vienen, ni vendrán. Y ahora qué...
Además, en ese negocio necesario de la banca, cuya labor es inventar créditos con la certeza (?) de recuperarlos, como resultado de la gestión favorable del cliente que utiliza el crédito, además de la banca con categoría y conocimientos, se han metido una serie de iniciativas 'bancarias' de cajas de ahorro -o de horror- provinciales y hasta pueblerinas que han acumulado fondos, que esas cajas pidieron prestados y tienen que devolver, y que se han dado en créditos aplicados a iniciativas dirigidas al fracaso. No podemos hablar generalizando de rapiña bancaria -no, por favor, los profetas del 'deber ser'-, sino de incompetencia de intrusos que efectivamente tenían y han tenido realidades de rapiña.
Puesto que el capital es necesario para el proceso productivo, el crédito habrá que aplicarlo a las actividades que ofrezcan, no sólo posible sino probable garantía de éxito. Diríamos que nuestro fracaso económico es fruto de falta de talento, de falta de conocimientos y experiencia en la trama del negocio de la economía. Cuando los políticos hablan de 'crear empleo', da miedo oír las soluciones que se inventan. No se les va de la mente ese marxismo rancio de querer vivir de subvenciones estatales.