UNA DÉCADA DEL ACCIDENTE

«El Yak y sus familias somos un tema tabú»

Los parientes de los 62 fallecidos viven el décimo aniversario del siniestro entre el dolor y la indignación

MADRID Actualizado: Guardar
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El 26 de mayo de 2003 el Yakovlev-42 que transportaba de regreso a casa a 62 militares españoles tras cuatro meses de misión en Afganistán se estrelló contra una ladera del monte Pilav, cercano a la ciudad turca de Trebisonda. No hubo supervivientes. Desde entonces han transcurrido diez años de dolor, de ausencia de padres, de maridos, de hijos. Pero también de indignación ante lo que para sus familiares significó un accidente evitable primero, un engaño después y una injusticia ahora.

Lo que ocurrió tras el siniestro es una historia conocida. Errores en la identificación de los cuerpos, rechazo de responsabilidades, conocimiento de subcontratas para el alquiler de una aeronave en pésimo estado o reticencias de la aseguradora a afrontar sus pagos. Nada de ello estuvo acompañado de dimisiones y declaraciones de disculpa.

Ha sido una década de travesía por el desierto en los juzgados. Aún así los familiares no renuncian a la lucha para que se reconozca el sacrificio de los suyos y el calvario que ellos mismos han tenido que padecer desde entonces. «Tengo la sensación de que España entera sabe lo que pasó y que sobre la muerte de los 62 jóvenes que fallecieron en nombre de su país no se ha hecho Justicia», afirma María Menéndez, viuda del comandante Antonio Novo Ferreiro, fallecido con 40 años y padre de dos hijos. La opinión de María es compartida de forma unánime entre todos aquellos que perdieron a seres queridos en el monte Pilav. La viuda del comandante José Antonio Fernández Martínez, Rosario Benítez, también madre de dos hijos, no puede dejar de plantearse «¿Por qué los responsables de velar por su seguridad les abandonaron? o ¿Qué había detrás de tantas subcontratas?».

Tanto María como Rosario creen que «no hay que ser muy listo para entender que si no se da la oportunidad de que se celebre un juicio por la mayor tragedia en la historia de las Fuerzas Armadas debe ser a que hay mucho que ocultar». Las familias también coinciden en atribuir al PP buena parte de la opacidad que ha reinado durante los últimos diez años. «El caso se archivó una semana después de que llegaran al poder» en diciembre de 2011, denuncia la viuda del comandante Novo, quien aún así prefiere no hablar sobre los políticos para, confiesa, no decir cosas de las que después se podría tener que arrepentir. «Los políticos han faltado el respeto a los nuestros y en el décimo aniversario de su muerte no hay siquiera un homenaje o un acto oficial. Ellos no se merecen esto», añade Rosario.

Las Fuerzas Armadas tampoco han estado a la altura de las circunstancias, opinan ambas. Para la viuda del comandante Fernández «han mirado hacia otro lado». Más dura aún se muestra María: «En mi caso la mayoría de los militares han desaparecido. Después de vivir entre ellos 20 años se han alejado porque estar cerca de una viuda que lucha por la injusta muerte de su marido les resulta incómodo. Excepto cuatro valientes que han permanecido a nuestro lado todos han desaparecido». Para políticos y militares, concluye María, «el Yak y sus familias somos un tema tabú».

Valor para pedir perdón

El sargento Francisco José Cardona era uno de los ocupantes del Yak-42. Su padre, Paco, recuerda que al sufrimiento de su muerte se añadió el de enterrar a una persona que no era él debido a los fallos en la identificación. «Durante 18 meses tuvimos un cuerpo que no era el de mi hijo», recuerda. Cuando salió a la luz que 30 de los fallecidos habían sido mal identificados, devolvió el cuerpo a quien correspondía. El recibió una urna. La familia a la que habían sido entregados los restos del sargento Cardona había optado por la incineración. Diez años después, el padre del militar sigue a la espera de que «alguien reúna el valor necesario para pedir perdón». Y mientras que eso no ocurra y la Justicia no aclare lo sucedido, la española o la europea, seguirá su lucha «hasta el último aliento».

No oculta el dolor que le supone el que nadie haya asumido la responsabilidad de lo sucedido. Entre los cargos que gestionaron la tragedia alude en especial a Federico Trillo, ministro de Defensa en 2003 y actual embajador español en el Reino Unido: «Me da ganas de llorar el ver que esa persona es ahora la encargada de defender a españoles en el extranjero».

El tiempo transcurrido no ha mitigado el dolor. «Este día lo viviré con la misma amargura e irritación que todos los años por el trato indigno que han recibido los nuestros», declara Cardona. Para Rosario será un aniversario de tristeza doble. Una por la falta de su esposo y la otra porque «se ha pretendido que la sociedad les olvide a toda costa». María vivirá este domingo con pena, «como cada día», a la que se suman impotencia y vergüenza porque no se haya hecho justicia. Pero también con orgullo «por sus hijos y los cuatro amigos» que continúan haciendo vivir a su marido «porque mientras sigamos hablando de ellos estarán vivos».