Gobernantes que dicen 'adiós' cuando piensan 'hasta luego'
Zapatero también dirigió el país bajo la mirada crítica de Felipe González y Suárez fundó su propio partido tras verse forzado a dimitir
Actualizado:A ningún presidente del Gobierno de España le ha resultado fácil decir 'adiós' y salvo Leopoldo Calvo Sotelo y, ahora, José Luis Rodríguez Zapatero -que ha decidido hacer un credo del principio de no injerencia- todos han tratado de supervisar la política nacional desde sus atalayas, como si se sintieran responsables de su deriva o como si les resultara imposible asimilar que, después de haber tenido la última palabra sobre asuntos clave para el destino del país, su opinión no sea ya imprescindible.
El 'desahogo' de Aznar esta semana, en Antena 3, ha provocado un terremoto en el Partido Popular, pero otros fueron más lejos. Adolfo Suárez, ahora unánimemente alabado por su papel en la Transición pero muy cuestionado a principios de los ochenta, llegó a crear en 1982 su propio partido, el CDS, junto con algunos de sus antiguos ministros, tras verse forzado a dimitir. Su liderazgo había sido determinante en el éxito inicial de esa amalgama de familias, ideologías y personalidades políticas que fue la UCD, pero luego encontró serias dificultades para ganarse afectos allí donde antaño había cosechado mayorías absolutas. Aunque en 1986 logró un buen resultado, tuvo que poner fin a su aventura tres años después.
Felipe González fue otra cosa. Tras cuatro legislaturas como jefe del Ejecutivo, desde 1982 a 1996, decidió seguir siete como diputado. Nunca participó mucho en la vida parlamentaria y en 2001 creó su propia sociedad para gestionar su actividad privada, fundamentalmente, asesoramiento de empresas pero también conferencias, con un caché que llega a los 30.000 euros por charla. Pero su incapacidad para abstenerse de opinar y tutelar el PSOE ha sido manifiesta.
Zapatero debe saber bien cómo se siente Rajoy. Él también fue acusado por su antecesor de falta de solvencia y determinación. «Está por ver que tenga un proyecto con contenido e ideas», afirmó en 2002 durante la presentación del libro 'El relevo' del periodista Gonzalo López Alba. Al menos, tuvo el 'detalle' de decirlo cuando el político leonés no gobernaba aún, pero también una vez en la Moncloa, enmendó varias veces la plana al presidente.
Recetas 'anticrisis'
En los primeros años de la recesión, González criticó la inexistencia de un plan anticrisis; dejo claro que, a su juicio, la reforma laboral aprobada en 2010 no había sido suficiente y se mostró partidario de un contrato indefinido único; cuestionó la política energética de Zapatero y su posición antinuclear (él cobra, por cierto, de Gas Natural, como consejero independiente, desde 2011) y en algún momento advirtió de que la recuperación tardaría en llegar porque no se había llevado a cabo la necesaria reestructuración del sistema financiero.
Lo que nunca hizo Felipe González fue dar una entrevista para hablar aparentemente ex profeso de la actuación del Gobierno. En 2010, incluso -apenas un mes después de que Zapatero anunciara el, hasta entonces, mayor recorte del gasto público jamás acometido en España con aquel «cueste lo que me cueste»- abanderó un cierre de filas en el partido. «Distancia crítica cuando las cosas van bien. Cuando las cosas van mal, militancia pura y dura», dijo en un acto celebrado en el Congreso para conmemorar el centenario del primer acta de diputado obtenida por Pablo Iglesias, fundador del PSOE y de UGT.
Entonces, Zapatero desveló el contenido de un sms que González le había enviado después del famoso 10 de mayo, en una semana 'negra' para su gabinete: «Hoy más que nunca tienes mi apoyo. Gobernar es esto. Tomar decisiones difíciles y duras».