Economia

De la ceguera al desaliento

A causa de la severa recesión, Bruselas concederá a España el 29 de mayo una prórroga más, que llega hasta 2016, para cumplir las exigencias de déficit

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Ahora, viendo hasta dónde llegaba la crisis, admito que tardé en reconocerla», aunque «los datos conocidos en aquel momento no apuntaban a que tuviera tanta intensidad», acaba de admitir el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en las primeras manifestaciones que realiza desde hace muchos meses.

El mandatario del PSOE se equivocó, y no fue el único, al estimar en sus orígenes el alcance de la depresión económica. También erró al pensar que los sacrificios impuestos a la sociedad española por los socios europeos y otros dirigentes mundiales hace ahora tres años iban a rendir frutos a corto plazo, de manera que en breve volverían a soplar vientos de bonanza.

Por eso, las proyecciones económicas que acompañaron a los últimos presupuestos de la pasada era socialista hoy nos parecen una ensoñación, comparadas con una realidad que se antoja pesadilla. De haberse cumplido aquellos objetivos, la tasa de paro estaría ahora mismo diez puntos por debajo de la actual, la economía crecería a una velocidad de crucero superior al 2% y los números rojos de las cuentas públicas quedarían limitados este año a la muy ortodoxa proporción del 3% del Producto Interior Bruto.

Por el contrario, nos encontramos ahora a la espera de que Bruselas confirme, el 29 de mayo, la prórroga que le permitirá retrasar hasta 2016 el cumplimiento de este objetivo de déficit. En esa fecha de la próxima semana, la Comisión Europea dará a conocer sus recomendaciones de política económica para todos los estados miembros.

En el caso de España, «el aplazamiento de la corrección del déficit excesivo hasta 2016 es coherente con el actual análisis técnico llevado a cabo por la Comisión de lo que sería una consolidación fiscal equilibrada, pero todavía ambiciosa, teniendo en cuenta la difícil situación económica», ha adelantado un portavoz oficial del comisario de Asuntos Económicos.

La prórroga no atiende tanto a los sacrificios realizados como a la prolongación de la fase aguda de la crisis. Y, en todo caso, no saldrá gratis. «Cualquier aplazamiento de los objetivos de reducción del déficit ha de ir acompañado de compromisos claros sobre las reformas necesarias», ha postulado Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas.

Pulso con la Comisión

Tan lejos como el 24 marzo de 2009 se produjo el primer aplazamiento. La Comisión Europea amplió un año, hasta 2012, el plazo de España para reducir su déficit hasta el 3% del PIB y abrió la puerta a que alcanzara un 6% en 2011. Al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero esos porcentajes le parecieron «asumibles», pese a que el impacto de la crisis empezaba a hacer mella en las cuentas públicas. Ni siquiera los recortes de gasto que decidió el presidente del Gobierno tras la dramática madrugada del 9 de mayo de 2010 -reducción de sueldo de los empleados públicos, congelación de la mayor parte de las pensiones, excepto las mínimas- obraron el milagro. El desajuste entre ingresos y gastos de las administraciones públicas trepó hasta el 8,9% del PIB en 2011.

El adelanto electoral decidido por el dirigente socialista dejó a España sin nuevos Presupuestos del Estado en el otoño de aquel año. Y un Mariano Rajoy envalentonado por la mayoría absoluta alcanzada en las urnas anunció el 2 marzo de 2012 que el objetivo de déficit para ese año iba a ser el 5,8%, punto y medio por encima del 4,4% comprometido con la UE. Aunque lo fundamentó en una «decisión soberana», Bruselas recortó entonces sus aspiraciones para dejarlas en el 5,3% del PIB.

Pronto se reveló la insuficiencia de esa cifra. A pesar de que Rajoy empezó a incumplir, uno tras otro, los compromisos del programa con el que había ganado los comicios, y subió impuestos y ajustó gastos, en su camino se cruzaron imprevistos de tal calado como la crisis de la deuda, la urgencia de la reconversión bancaria y el retorno a la recesión.

El Gobierno del PP lanzó un primer paquete de reformas, la del mercado laboral entre ellas, que le costó la convocatoria de la primera huelga general de la legislatura. Bruselas las examinó en mayo de 2012, y emitió un conjunto de recomendaciones a España que siguen vigentes, en su mayoría. Propuso la creación de una institución fiscal independiente, adelantar el retraso en la edad de jubilación, subir -o reorganizar- el IVA, profundizar en la reforma financiera, la revisión del rígido sistema de negociación salarial y medidas para evitar la dualidad del mercado de trabajo (fijos y temporales).

Fue el 9 julio de 2012 cuando los socios europeos accedieron a dar a España un año más para rebajar el déficit hasta menos del 3% en 2014. Bruselas impuso alcanzar ese año el 6,3%, sin contar el impacto de la reestructuración bancaria. El déficit debía limitarse al 4,5% en 2013 para quedar en el 3% en 2014.

Difícilmente podrá olvidar el Gobierno de Mariano Rajoy las tensiones y presiones del verano pasado, cuando la desconfianza de los mercados disparó el coste de la financiación para el Tesoro y las empresas. Los bancos vieron prácticamente bloqueado el acceso al interbancario, las entidades pilladas por el pinchazo del inmobiliario hicieron agua.

El 14 de noviembre de 2012, coincidiendo con la segunda huelga general que afrontó el Gobierno de Mariano Rajoy, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, emitió un insólito comunicado. No se exigirán a España más medidas de ajuste de inmediato, aunque es demasiado pronto para decidir si se concede una nueva prórroga en el calendario de reequilibrio de las cuentas públicas, dijo.

Una de cal y otra de arena. Al mensaje de relativo optimismo sucedió la confirmación, por parte de la Comisión Europea, de que España supera los umbrales máximos en 6 de los 11 indicadores que Bruselas utiliza para detectar riesgos económicos. La muy elevada tasa de paro, el alto nivel alcanzado por la deuda privada y pública, la salida de capitales... son otros tantos indicadores de que la situación no mejora.

Aunque Rajoy argumentó que se habían usado datos de 2011, en los que no computan los efectos de los esfuerzos ya realizados, el 26 del pasado mes de abril, el Gobierno español arrojó un jarro de agua fría al alicaído ánimo de los ciudadanos al presentar unas proyecciones económicas que retrasan la recuperación y anuncian aumentos de la presión fiscal. Por todo ello, y porque la segunda vuelta de la recesión todavía sigue asolando Europa, la Comisión Europea va a prorrogar a España el plazo del objetivo de déficit hasta quedar por debajo del 3% del PIB en 2016. En palabras de Olli Rehn, «implica un esfuerzo importante, pero también realista».

puntos básicos alcanzó la prima de riesgo de España el 24 de septiembre de 2012. Supone que el Estado, las administraciones, empresas y familias paguen mucho más por financiarse.