Una herencia envenenada

El Gobierno del PSOE tuvo tiempo más que suficiente para financiar la segunda fase de los Buques de Acción Marítima (BAM) y, sin embargo, no lo hizo. En 2010 aprobó su construcción y en 2011 autorizó el proyecto, pero lo hizo sin consignación presupuestaria. Sólo derivó una pequeña partida del Ministerio de Industria para iniciar los trámites. El Gobierno del PP, que asumió el poder en noviembre de 2011, se encontró con este proyecto encima de la mesa y advirtió desde el primer momento de las dificultades para sacarlo adelante, debido a la deuda multimillonaria acumulada por Defensa. Hasta ahora se ha vivido en un espejismo o más bien en una esperanza ficticia abrigada por los políticos de uno y otro lado, sin embargo, el Ministerio de Defensa ha llegado a la conclusión de que la construcción de cinco nuevos barcos para la Armada es inviable a corto y medio plazo y, por tanto, entierra el proyecto. El PP se ha encargado en los últimos meses de pagar la factura que dejó el PSOE correspondiente a las cuatro unidades de la primera fase de los BAM, fabricadas en el astillero de San Fernando. La segunda fase nació muerta. Era un proyecto que surgió en la última etapa del gobierno de Zapatero con el ánimo de contentar a los astilleros, pero con la convicción de que era un fiasco. Este contrato suponía para las plantas de la Bahía un balón de oxígeno hasta que llegara la carga de trabajo procedente de los contratos internacionales. Las plantas gaditanas seguirán paradas a la espera de que fructifiquen algunas acciones comerciales llevadas a cabo en más de 30 países. Lamentarse ahora no vale. Tampoco reprochar la decisión. Desde el minuto uno se sabía que los ajustes en el área de Defensa significaban tarde o temprano la confirmación de lo que era un secreto a voces. La segunda fase de los BAM no se hace por falta de presupuesto.