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Sociedad

La ciencia indeterminada

Los científicos reclaman a las administraciones más fondos para poder investigar en España y que no se pierdan años de trabajo Las universidades critican los retrasos en los pagos de I+D, cuyos presupuestos están a niveles de 2005

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Son grietas. Algunas grandes, como los presupuestos, que han provocado que cientos de personas salgan a la calle para protestar por la escasa implicación de las administraciones públicas con la ciencia y la investigación, una forma de salir de la crisis. Otras grietas son pequeños detalles, en ocasiones más hirientes que los recortes en las cuentas públicas, los que minan la confianza de los científicos españoles de poder trabajar en su país. «Ves el caso de Diego y te preguntas para qué queremos volver», afirma un investigador afincado en Estados Unidos. Diego Martínez Santos es lucense (de Foz) y fue nombrado esta misma semana mejor físico joven de Europa. Trabaja en el Instituto de Física de Partículas de Holanda (más conocido como Nikhef) y ha permanecido tres años en el CERN de Ginebra.

A pesar de este currículo, a Martínez Santos se le ha denegado una de las becas Ramón y Cajal para poder investigar en España durante unos años. El físico gallego se entristeció por no recibir una de las principales becas que se dan en España; pero se enfadó cuando recibió la carta con el rechazo y la argumentación de porqué no estaba ni siquiera en la lista de espera. «El solicitante ha alcanzado en su campo un nivel de relevancia internacional algo menor que el de investigadores de edades similares a la suya. No ha demostrado todavía claramente capacidad de liderazgo científico», decía la misiva, que le llegó al tiempo que el reconocimiento a mejor físico europeo menor de 30 años.

Tampoco volverá en un corto plazo de tiempo Nuria Martí Gutiérrez, un ejemplo de la «generación perdida» de investigadores a la que hace referencia Valentín Fuster. La bióloga española ha participado en una de los principales hitos científicos de los últimos años: células madre embrionarias clonadas de un adulto. El trabajo, realizado en la Universidad de la Salud y la Ciencia de Oregón (OHSU) y dirigido por Shoukhrat Mitalipov, se publicó el pasado miércoles y convulsionó a la comunidad científica. Pero la española, no puede venir a trabajar a un laboratorio patrio.

No se fía de que haya financiación. Y tiene experiencia con lo sucedido en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia. Ella fue una de los 114 investigadores afectados por el ERE de esta institucion que debía ser pionera de la biomedicina española. La crisis redujo sus aspiraciones.

Pero los problemas no solo están en el retraso de la convocatoria de las becas Ramón y Cajal (un año), Juan de la Cierva o Torres Quevedo, sino en las complicaciones que desde las administraciones, sobre todo la central, ponen para cobrar. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) cree que se «están destrozando» las carreras de los investigadores jóvenes. «Personas que, ante la falta de oportunidades y valoración, abandonan su carrera o su país. Resulta difícil captar talento sin ser capaces de retenerlo», apuntan los rectores, que recuerdan que la I+D en España tiene el mismo presupuesto que en 2005. Y entonces tampoco era muy alto. En las cuentas de 2013, está partida se ha visto reducida en un 7,22%.

Problemas y retrasos

Pero lo que más ha molestado a los responsables de las universidades españolas son las cortapisas que está poniendo para poder cobrar las ayudas estatales a la investigación. «Alega el incumplimiento de los objetivos de contención del déficit de las comunidades, con demoras en la publicación de la convocatoria de proyectos correspondientes a 2013», se quejan los rectores, que piden que las universidades tengan más papel en la gestión de unos fondos que deben estar desvinculados de la situación económica.

Un panorama que ha provocado que los presupuestos de ciencia se hayan desplomado en los últimos cuatro años. Cada investigador en Equivalencia a Jornada Completa recibe de los fondos públicos 22.500 euros, según los Presupuestos de 2013. Hace cuatro años eran 41.000 euros, según la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cose). «Deja al país y al sistema de I+D+i en un estado crítico», afirma José Molero, de la comisión de presupuestos de la Cose. «El país difícilmente puede resistir mucho tiempo si no se rescata con urgencia el sistema de I+D+i y a la enseñanza superior», añaden desde la CRUE.