Economia

ENTRE LA DEPRESIÓN Y LA ESPERANZA

Mientras Francia se une al pelotón de los torpes y otras dos economías (las de Finlandia y Holanda) se atascan, el sindicato mayoritario en Alemania anuncia un incremento de los salarios para más de dos millones de trabajadores

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En esta última semana hemos conocido la peor de las noticias e, inmediatamente después, oímos el aviso de su posible solución. Lo primero sucedió con la publicación de las estadísticas recogidas por el Eurostat que reflejan el crecimiento europeo del PIB. Demoledor. El rigor presupuestario está a punto de convertirse en 'rigor mortis' para la mayoría de las economías de la zona. El caso de los países del sur (Grecia, Italia, Portugal y España) era ya sobradamente conocido y, con diversos niveles de gravedad, tenían un diagnóstico de estancamiento similar.

Pero, ahora, se suma Francia al pelotón de los torpes, lo cual es significativo y peligroso, dado que hablamos de una economía con un peso fundamental en la zona. A mí Hollande me recuerda mucho a Zapatero. Y no solo por su afinidad ideológica, sino por la simpleza de sus propuestas y la grandeza de sus intenciones. A ver si consigue materializar su última 'ocurrencia' de crear un gobierno económico europeo que realmente haga algo más que revisar estadísticas y emitir recomendaciones obvias. La idea es necesaria y la intención es buena, pero, si no hemos sido capaces de hacer una unión bancaria, ni una fiscal, ni una presupuestaria. la veo en el alero, y a punto de caer al vacío. Cuando el contento de la población se convierte en el 'leit motiv' de un Gobierno la cosa empieza a ir mal. En el mundo de la política, estamos acostumbrados a ello, pero, ¿se imaginan a los médicos recomendando bombones a los diabéticos para ganarse el cariño de los pacientes?

Pero, bueno, Francia se suma, Finlandia y Holanda se atascan y Alemania, la gran esperanza, se apunta un crecimiento positivo, pero tan ridículamente positivo que es una locomotora incapaz de mover en el sentido correcto a todos los vagones que nos deslizamos cuesta abajo y que formamos un tren cada día más largo.

Pero luego, cuando justo habíamos empezado a digerir esta una nueva dosis de angustia, nos llegó desde Alemania la noticia de que el todopoderoso sindicato IG Metall, con sus 2,2 millones de afiliados, había alcanzado un acuerdo para subir los salarios de su sector un 3,4% este año y un 2,2% el que viene. No sé cómo andará la competitividad del colectivo empresarial concernido por esta medida, pero para los demás es sin duda una gran noticia pues estimulará el consumo de muchos alemanes, lo que debería repercutir en una aceleración de su actividad y en un tirón de nuestras exportaciones.

Desde luego, si alguien puede hacer hoy una cosa así en Europa son ellos, que carecen de inflación y que se financian de manera casi gratuita. Además, supongo que la subida de salarios en Alemania reforzará la posición de todos aquellos que vemos con malos, y extrañados ojos, las crecientes artimañas de las grandes potencias mundiales en el manejo de los tipos de cambio y pedimos que, si no es capaz de impedirlo, Europa al menos haga lo mismo. Esto de 'forzar' los tipos es una manera torpe y poco duradera de ganar competitividad, pero no podemos permitir perder más contra el mundo.

Total, que seguimos girando entre la depresión y la esperanza. Hoy, como es domingo, apostamos por la esperanza. Ya llegará el lunes.