En esta primavera

¿Qué ha quedado del movimiento 15M?, se repite en los medios de comunicación al cumplirse el segundo año del alumbramiento social que causó gran sorpresa y un abanico de reacciones. Excepto si no se retira la venda de los ojos, está a la vista que los efectos de la disconformidad ciudadana, lejos de disiparse, han aumentado tanto en volumen como en densidad. Guste más o menos, la indignación guarda una proporción directa con el nivel de equilibrio del sistema, y, según recogen las encuestas, un elevado porcentaje de la población considera que este sufre un desajuste pronunciado y doloroso. Con independencia de las valoraciones que puedan realizarse sobre la influencia de lo acontecido e iniciado aquel mes de mayo, parece que en esta primavera destacan los colores de la concienciación colectiva y el deseo de cambios.