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Steven Miller abandona la sala tras prestar declaración en el Congreso. :: JASON REED / REUTERS
MUNDO

Obama se distancia de los escándalos

El mandatario trata de recuperar su agenda sacrificando a sus colaboradores ante un acoso republicano que busca desgastarle

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

George W. Bush premiaba a sus halcones y los defendía a capa y espada de la presión pública, incluso ante lo indefendible. Barack Obama es famoso por sacrificar a sus mejores colaboradores cuando la polémica le abruma. Ocurrió con su pastor Jeremiah Wright, con su zar para la creación de empleos verdes Van Jones y con su amiga y embajadora ante la ONU Susan Rice, a la que hasta entonces había ofrecido el cargo de secretaria de Estado. Con esos precedentes no es de sorprender que un insignificante comisionado de impuestos en funciones fuera cesado fulminantemente el miércoles y compareciera ayer sin apoyo alguno ante los leones del Congreso.

Steven Miller mantuvo ayer la última dignidad que le queda. Se disculpó por los «estúpidos errores» de los funcionarios de Cincinnati a los que su departamento encargó escrutar a los miles de grupos con claros intereses políticos que intentaban conseguir un certificado de exención de impuestos, pero insistió en que no hubo ninguna caza de brujas. «Solo intentaban ser más eficientes en su trabajo», afirmó una y otra vez.

Sus palabras contradicen al presidente, que dice estar indignado por el uso político de las auditorías de Hacienda para hacerle la vida más difícil a los grupos conservadores relacionados con el movimiento del Partido del Te. Pero es que Obama esta semana está más concentrado en apagar los fuegos que amenazan con consumir su agenda para el segundo mandato. La oposición ha visto en ellos la oportunidad de desviar el mensaje y desgastar al presidente de cara a las elecciones legislativas de mitad de mandato, que se llevarán a cabo en noviembre del año que viene.

Algunos republicanos incluso piden que se le someta a un proceso de 'impeachment' como el que sufrió Bill Clinton con el escándalo de Monica Lewinsky. Otros le comparan con Nixon. Tras las bambalinas, el presidente del comité del partido, Reince Priebus, ha pedido a sus correligionarios que no estropeen la oportunidad con ese tipo de extremismos que pueden hacerles perder la batalla de la opinión pública. «Tenemos cosas aquí que son reales», les dijo, según el columnista de politico Mike Allen. «Tenemos que ser persistentes pero también pacientes. Donde hay humo hay fuego. Si nos presentamos ante el pueblo americano como gente inteligente estaremos en buena posición para demostrar que este no es un gobierno transparente, sino que está obsesionado con el poder y ataca a los que discrepan», añadió.

Por su parte, Obama se ha reunido también con un grupo de asesores para evaluar su estrategia, que consiste en dos partes: atajar los escándalos de raíz y redirigirlos hacia una política de sustancia.

Medidas adoptadas

El despido de Miller y otro funcionado del Sistema de Recaudación de Impuestos (IRS) eran parte de esa estrategia de la Casa Blanca. Como el duro interrogatorio de cuatro horas al que le sometió ayer el Comité de Medios y Formas de la Cámara baja, dominada por los republicanos, respondía a la estrategia de la oposición, que acusó a Miller de estar «borracho de poder» y de «no querer cooperar».

Callan en esta pugna senadores demócratas como Charles Schumer, Dick Durbin y Max Baucus, cabezas del Comité Impositivo del Senado, que en su día presionaron para que el IRS escrutara la oleada de grupos surgidos como plataformas políticas de ciudadanos sin afiliación a ningún partido que, según la decisión del Supremo en 2010, no necesitan revelar quiénes son sus donantes y pueden recibir de ellos cantidades ilimitadas sin pagar impuestos.

Eso dio lugar a que entre 2010 y 2012 se duplicaran número. Tres cuartos de los solicitantes eran grupos conservadores. Los investigadores de Hacienda introdujeron en los buscadores las palabras 'Tea Party' y 'Patriots' para someter las solicitudes resultantes a un escrutinio adicional, prorrogando así el trámite hasta el hastío. «No hicieron nada ilegal», les defendió su jefe depuesto. «Generalmente proporcionamos un servicio malísimo, eso lo admito, pero que el retraso esté políticamente motivado, es otra cuestión muy distinta». Miller ni siquiera dirigía el departamento en esos años, pero ahora que lo ha perdido todo, solo le queda defender lo que cree.

es el porcentaje de estadounidenses que está siguiendo las informaciones sobre la investigación a la agencia tributaria. Otro 53% atiende a las novedades sobre el atentado contra el embajador en Libia, según un sondeo de Gallup. Un 24% se desinteresa por completo de ambos asuntos. Los republicanos, hasta un porcentaje de dos tercios, se muestran apasionados por una controversia política que sólo atrae al 40% de los demócratas.