Una sentencia que debe ser ejemplo
Actualizado: GuardarPor ahora es una sentencia, sujeta a recurso. Es un episodio, parece que definitivo, en la historia de uno de los personajes políticos más controvertidos y populares de la provincia de Cádiz desde que murió Franco. En lo personal, es casi anécdota, pero encierra un simbolismo que puede y debe ir más allá. La condena a Pedro Pacheco, de cuatro años y medio, por colocar a dos amigos de su partido a cambio de un enorme sueldo y sin ninguna función clara en el Ayuntamiento de Jerez es el retrato de una época que tuvo muchos más personajes, en otros ayuntamientos e instituciones, en otras localidades y provincias, en casi toda la España que se creyó rica de repente, que consideró que el dinero de la caja común era pólvora del rey, longaniza con la que atar perros que le ladraran a sus dueños lo esbeltos que eran. Este caso es el icono, el primero en el caso del exalcalde jerezano pero no el único en la provincia, de la pérdida de respeto hacia la colectividad y lo colectivo, entendidos como los votantes, los ciudadanos y los presupuestos.
Pero esta condición de ejemplo, de símbolo, desaparecerá si la condena no se reafirma, o si no se cumple, o si no llegan más condenas similares siempre que los hechos queden probados. Si Pacheco, al que apodaban ‘el inmatable’ con poco respeto por el diccionario, también se escapa de esta o si se convierte en un excepcional chivo expiatorio sin más compañeros en la exposición pública al oprobio, este caso volverá a ser una anécdota, un chascarrillo sin mayor importancia, sin más recorrido que haber servido de epitafio a un regidor que hizo mucho ruido, estuvo muchos años y se lo llevó todo por delante. Lo único importante es que sus modos y, todos los que los usaron, donde fuera, quienes fueran, queden señalados como una vergüenza. Y no repetirla.