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El cuento de la lechera

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La provincia de Cádiz vive desde hace años sumida en una perpetua fábula de promesas y engaños. Los anuncios de grandes inversiones para la reactivación industrial se diluyen en el tiempo como el humo de tabaco. Dónde han ido a parar la docena de empresas anunciadas por la Junta en 2008 para combatir las secuelas que dejó el terremoto de Delphi. No hay nada de nada. Es el cuento de La Lechera. Sólo queda el eco político de una mentira y, lo peor aún, del despilfarro de cientos de millones de euros en ayudas que, ni siquiera, han retornado. El último episodio vivido en Cádiz que deja en evidencia la gestión de nuestros gobernantes tiene que ver con el nuevo hospital. La Junta ha enterrado definitivamente el proyecto y asegura que, de llevarse a cabo, habría que empezar de cero. Es decir, llevan mareando la perdiz desde 2005, fecha en la que el Gobierno de Manuel Chaves anunció la construcción en la capital de un nuevo complejo hospitalario. La iniciativa ha obligado en estos últimos ocho años a modificar planes urbanísticos para encajar el futuro centro en el barrio de Loreto-Puntales, a permutas de suelo y a convocar, entre otras cosas, un concurso público para su diseño. Sin embargo, esta operación nació gafada desde el mismo momento en que se proclamó. El Gobierno regional tenía previsto levantar el nuevo hospital mediante una especie de trueque inmobiliario con la constructora que se adjudicara el proyecto. El entonces delegado de Zona Franca, el socialista José de Mier, entidad implicada hasta las trancas en esta inversión, trató sin mucho éxito de explicar el procedimiento de contratación señalando que se abriría un concurso por obras y servicios con pago en especie. Un galimatías de términos que pocos entendían. Esta fórmula no convenció a varios altos cargos del Gobierno andaluz. Durante la firma del proyecto en el Museo Provincial hubo algún que otro director general de la Consejería de Economía que reconoció en los pasillos que los hospitales y las inversiones públicas no se financian con operaciones inmobiliarias sino con dinero público. La Junta pretendía construir un hospital reservando el solar del actual Puerta del Mar para viviendas, más de la mitad de ellas de VPO, y aportar la plusvalía de las mismas como parte de la financiación de la obra del nuevo complejo. Además, las condiciones para la empresa constructora adjudicataria eran leoninas, ya que la obligaba a levantar el nuevo centro sanitario a condición de que se hiciera cargo de la demolición del viejo Puerta del Mar y de la construcción de los pisos. El cántaro se ha roto. La Junta ha reconocido casi ocho años después de que esta fórmula es inviable. Ha pasado casi una década para advertir lo que ya dijeron algunos al principio: no es posible pagar 200 millones de euros a golpe de plusvalías. El fiasco del Plan Bahía Competitiva y del nuevo hospital no serán las únicas fantasías animadas que soportará la provincia, aún hay más.