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Economia

El regreso del tridente del Sur

Letta revive la alianza Roma-París-Madrid frente a una Alemania que se resiste a desatascar el crédito

IÑAKI CASTRO CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

El tridente del Sur renace en Europa. El nombramiento del nuevo primer ministro italiano, Enrico Letta, ha recompuesto la alianza forjada a lo largo del año pasado por Roma, París y Madrid. Aunque no puede esperarse una confrontación abierta con Alemania por la fractura que provocaría en la UE, el triunvirato apunta hacia un endurecimiento del pulso soterrado entre austeridad y crecimiento. Los primeros resultados del mayor peso específico de la ribera mediterránea podrían verse en la crucial cumbre de finales de junio. Para entonces, se espera un acuerdo definitivo en el desarrollo de la unión bancaria, el proyecto destinado a desatascar la sequía en el crédito que ahoga la reactivación económica.

El regreso de Italia al centro de la política europea no es un acontecimiento menor. Socio fundador de la UE tras la Segunda Guerra Mundial, el país transalpino goza de una importancia estratégica como tercera economía de la zona euro. Su relevancia adquiere una dimensión todavía mayor si se combina con los intereses de Francia y España. Juntos, los tres socios suman alrededor de 172 millones de habitantes, más del doble de la población alemana. Si se toman como referencia las aportaciones al nuevo fondo de rescate, que está dotado con medio billón de euros, el tridente del Sur corre con el 50% de la factura frente al 27% germano. En el caso del doble salvavidas griego, España ha avalado en solitario 25.000 de los 240.000 millones otorgados a Atenas.

Un pasaje que puede ilustrar todavía mejor la importancia de Italia es el rescate de Chipre de hace dos meses. En ese momento, el país transalpino seguía atenazado por la crisis política y se temía que tuviera que volver a las urnas. En las desastrosas negociaciones del salvavidas isleño, se alcanzó un primer acuerdo que imponía una quita a los pequeños ahorradores. Luego se acabó rectificando, pero España intentó frenar el tajo desde el principio, un objetivo que podría haberse logrado con el apoyo de un Gobierno italiano sólido. Desde el inicio del huracán en los mercados, Roma y Madrid han visto sus futuros entrelazados con necesidades muy similares enfocadas hacia una defensa cerrada del euro.

España e Italia entendieron lo beneficioso de aunar fuerzas hace poco menos de un año. Con el respaldo tácito de Francia, sorprendieron a Angela Merkel al bloquear una cumbre hasta que se adoptaran medidas para evitar su desplome en los mercados. Su presión permitió dar los primeros pasos en la unión bancaria y desembocó en la posterior intervención del BCE que estabilizó los parqués. Ahora, la batalla es otra, pero Roma y Madrid vuelven a compartir los mismos problemas. Necesitan imperiosamente que el crédito vuelva a fluir en sus economías para que las pymes puedan tirar de la recuperación. A diferencia de lo que ocurre en Alemania y el resto del norte de la UE, las empresas mediterráneas pagan por los préstamos intereses mucho más altos.

Relajación del déficit

Francia pasa menos apuros con el crédito, pero considera indispensable que el crecimiento prenda cuanto antes en la zona euro. Aunque su tasa de paro del 11% resulta envidiable desde la perspectiva española, el país galo también ha batido sus récords de destrucción de empleo. A corto plazo, se pronostican pocos cambios por la continuidad de la recesión y François Hollande apuesta por hacer causa común con sus vecinos del Sur para agilizar la reactivación. En París, al igual que en Madrid, han conseguido dos años adicionales para reducir el déficit e insisten en la necesidad de combatir el desempleo juvenil. No hay milagros sobre la mesa, aunque se estudia la posibilidad de anticipar la entrada en vigor del paquete de 6.000 millones articulado por la UE. El gran pulso de la próxima cumbre, sin embargo, se centrará en la unión bancaria. Con el supervisor único ya pactado, falta aún por alcanzar un consenso en la recapitalización directa de las entidades y en el nuevo fondo de liquidación. Alemania presiona para que el dinero común solo se utilice como último recurso en el rescate de una entidad y bajo estrictas condiciones. En esta misma línea restrictiva, Berlín reclama aprobar cuanto antes la legislación que regulará las quitas a inversores y ahorradores que tengan más de 100.000 euros en caso de que un banco necesite ayuda. El trío sureño exige no demorar más las negociaciones. Su tesis consiste en que la armonización definitiva del sector financiero contribuirá de forma decisiva al desbloqueo del crédito.

El debate a fondo sobre austeridad y crecimiento tendrá que esperar. Aunque la relajación de los objetivos de déficit a varios países supone un viraje importante, la UE se ha concentrado ahora en las reformas estructurales, concepto que puede englobar sacrificios aún más duros que los ajustes fiscales. La receta general es que los socios deben ganar competitividad con cambios profundos en el mercado laboral y blindar su estabilidad futura con modificaciones equivalentes en las pensiones. En una clara advertencia sobre las convulsiones sociales que pueden provocar tantos esfuerzos, el primer ministro italiano remarcó tras su primera gira por las capitales comunitarias que Europa no puede ser asociada solo a «recortes, impuestos y austeridad».

Coqueteo con Reino Unido

Letta transmitió a Merkel sus temores durante su visita de la semana pasada a Berlín. «Debemos demostrar a los ciudadanos que Europa está intentando ayudarles», proclamó en referencia a los riesgos de alimentar el populismo con sacrificios sin fin. La canciller abundó en su teoría de que austeridad y crecimiento no son términos «contradictorios», pero mantiene el rumbo invariable en su estrategia por reforzar la competitividad para dejar atrás la crisis. La líder conservadora también ha lanzado señales de que el eje Roma-París-Madrid no le asusta. Aunque cuenta con sus propios aliados en la zona euro como Holanda y Finlandia, la mandataria germana ha optado por acercarse a Reino Unido, donde el Gobierno no cede con los ajustes y los esfuerzos para abrir su economía.

La proximidad entre Merkel y David Cameron pudo comprobarse el mes pasado. La canciller invitó al líder británico y su familia a pasar un fin de semana en el Palacio Meseberg, la residencia para personalidades extranjeras del Gobierno alemán. Esta sintonía contrasta con la gélida relación con Hollande. La prensa germana sostiene que el presidente galo aguardará hasta después de las elecciones de septiembre, en las que Merkel aspira a un tercer mandato, para encarar realmente el debate sobre el crecimiento. La esperanza del inquilino del Elíseo es que la dirigente conservadora tenga entonces que volver a formar una gran coalición con los socialdemócratas, donde la austeridad ya no sería la protagonista.