Las dos Ligas de Tito
Su recuperación es su gran título personal y el campeonato de la regularidad, el premio a su naturalidad
BARCELONA Actualizado: GuardarAllá por el mes de agosto, en las ruedas de prensa previas a los dos partidos de la Supercopa de España ante el Real Madrid, preguntado por la presión que suponía la posibilidad de ganar su primer título como entrenador del Barça, Tito Vilanova recordó con elegancia que estaba tranquilo porque él ya llevaba 14. Contaba, con todo el derecho del mundo, todos los logrados formando equipo técnico con Pep Guardiola. Al final se le escapó aquel trofeo por un regalo de Víctor Valdés en la ida, pero el equipo azulgrana arrancó la Liga como un tren de alta velocidad, cobrando ventaja jornada tras jornada sobre sus rivales, directo hacia el título que con el que Tito Vilanova estrena oficialmente su palmarés como primer entrenador, aunque él sumará 15, entre ellos la cuarta Liga después de la tres conquistadas como segundo del de Santpedor.
Hace bien Tito Vilanova en no separar su primer año en solitario del pasado reciente porque realmente no ha habido una ruptura, sino una lógica continuidad. El Barça 2011-12 ganó la Copa, cayó en semifinales de la Liga de Campeones ante el Chelsea siendo superior y peleó la Liga al mejor Madrid de la historia hasta el final. Por edad y talento, no había decadencia. Pero sí era evidente un desgaste en el vestuario. La marcha de Pep Guardiola fue traumática en lo deportivo, pero psicológicamente fue un alivio para muchos. Y el ascenso de Tito fue bendecido por todos. Los jugadores le apreciaban y pusieron desde el principio todo de su parte para que nadie pudiera decir que el Barça no ganaría sin Guardiola. Y así se encadenaron victorias hasta completar la mejor primera vuelta de la historia de la Liga, con 55 puntos de 57 posibles, 18 victorias, un empate ante el Madrid y ninguna derrota. Ahí se fabricó el título, con la filosofía de siempre y pocos retoques. Si hay en marcha una transformación de algún tipo se verá en su segunda temporada.
Pero no ha sido un año fácil para Tito. Al contrario, en lo personal ha sido su año más complicado. En Navidad fue operado de urgencia de un tumor en la glándula parótida, la reproducción de la enfermedad que ya sufrió en 2011. Tras salir del quirófano todavía dirigió algunos partidos en enero, pero se desplazó dos meses a Nueva York para recibir el tratamiento habitual en estos casos, aunque en manos de un especialista. Jordi Roura y Aureli Altimira, sus ayudantes, dieron un paso al frente. Y los jugadores se implicaron para no se notara su ausencia.
Regreso a tiempo
Aunque el contacto telefónico fue permanente, incluso durante los partidos, y lo decidió todo desde Nueva York, su ausencia se notó, pero no tanto como perder aquella suculenta ventaja adquirida en la Liga. Y Tito volvió a tiempo para cerrar el título y asegurar que se siente con fuerzas de seguir en el banquillo la próxima temporada, a pesar de las dudas y reservas que habían surgido en el entorno culé, con tendencia al pesimismo y victimismo históricos. Su recuperación, como el regreso de Abidal, ha sido como otra Liga conquistada.
En su primer año, Tito ha seducido por sus mensajes directos y naturales, se ha desmarcado con su forma de actuar del excesivo misticismo de Pep Guardiola. Jugadores como Messi, que siempre recordará que Tito apostó por él en el cadete como titular cuando otros técnicos le veían diminuto y enclenque, están encantados por él. Debe mejorar conceptos, como solucionar la fragilidad defensiva de un Barça que ha encajado más goles que nunca y ha ejecutado una presión menos agresiva en campo contrario. En una fase de la temporada rotó poco a la plantilla, algo que la crítica le echó en cara en los momentos más complicados, y el lógico cansancio pasó factura al final. Pero tiene apoyo del club y conocimientos para modificar lo que crea oportuno. Y ya sin el peso de Pep Guardiola en el legado, lo hará.
Existía incertidumbre sobre si su personalidad es suficiente para tratar con una mezcla de disciplina y mano izquierda a las estrellas que componen un vestuario campeón, pero despejó bastantes incógnitas cuando plantó cara a Piqué sin que le temblaran el pulso, ni la voz. Tras la debacle ante el Bayern Múnich en semifinales de ‘Champions’, el central tomó la palabra y, todavía en caliente, dijo que a final de temporada los dirigentes del Barça debían tomar decisiones. Una sentencia, luego matizada, que dejaba en mal lugar a un técnico con el que ya trabajó desde niño en La Masia y les faltaba al respeto a sus propios compañeros. Horas después, Tito le lanzó un serio aviso y, también a través de la prensa, se preguntó si eso de tomar decisiones lo decía Piqué también por él. Avalado ahora por el título, Vilanova ya supo marcar territorio en un momento de confusión.