ENSIMISMADOS EN SUS COSAS
Actualizado: GuardarL A tradición de los políticos andaluces es no mirar solo de Despeñaperros para abajo. El PP critica a Griñán porque baña sus discursos de asuntos nacionales tanto de la política económica de Rajoy como de las tribulaciones por las que pasa su partido. Este último asunto tiene preocupado al presidente de la Junta, que ve como el PSOE no sale del atolladero pese a la caída del PP por el aumento galopante del paro y sus problemas con Bárcenas. A Griñán no le gustan las primarias que plantea Óscar López para elegir entre los militantes al líder del PSOE y al candidato a la presidencia. No lo ha dicho claramente, pero no lo ve. Lo que peor le ha sentado a Griñán es que López -a quien tiene enfilado desde la metedura de pata de Ponferrada- anunciara su propuesta de primarias el mismo día que se conocían nuevas cifras de parados. La imagen de un PSOE ensimismado frente a lo que está cayendo es vista desde Andalucía como un desatino. Griñán apoya ahora a Rubalcaba ante el temor de que su partido se desangre con la presión de los catalanes y la propuesta de federalizar todo el partido, algo que también lleva las manos a la cabeza del presidente andaluz. La pregunta es cuánto aguantará.
Griñán no hace más que lo que hacían Chaves y Arenas, otros dos políticos regionales con la cabeza en Madrid. Juan Ignacio Zoido, sin embargo, se sale de la tradición. El líder del PP andaluz le riñe a Griñán por su escapismo nacional y le acusa de desatender los asuntos autonómicos. Cree que Griñán le quiere quitar el sitio a Rubalcaba. Zoido no tiene ese problema. No desea ni por asomo quitarle el sitio no solo a Rajoy, ni siquiera a Cospedal o Arenas. Él está muy centrado en Andalucía, más bien en Sevilla, pero tampoco puede decir que no ande como Griñán en remolinos de su partido. La cuestión del candidato a la Junta sigue distrayéndole de su Sevilla, por más que él sonría y haga como si no fuera con él. Ya no solo es el alcalde de Málaga -ahora callado-, sino que también los de Almería (Luis Rogelio Rodríguez Comendador) y el de Granada (José Torres Hurtado) han lanzado órdagos para que se resuelva la candidatura a la Junta cuanto antes y de paso el nuevo liderazgo del partido. Tanto movimiento en el PP andaluz es extraño. Nunca antes había ocurrido. En tiempos de Javier Arenas quien se movía no salía en la foto, como en el PSOE de Alfonso Guerra. El movimiento impulsa las quinielas de posibles candidatos, a la que se van sumando nombres. El último en incorporarse es el de Ángeles Muñoz, la alcaldesa de Marbella. Hay quien se ha fijado en ella seriamente. La cosa va a estar muy reñida desde abajo. Claro que en el PP no hay un Óscar López que proponga primarias de militantes. Mariano Rajoy tiene voto ponderado.
Diego Valderas tampoco tiene un Óscar López, pero sí un Ricardo Maduro. Pese a la tradición asamblearia de Izquierda Unida, ya ha señalado al candidato a sustituirle al f rente de IU, Antonio Maíllo, director general de su consejería. Esta sí que es una tradición de la vieja izquierda, la de arreglar la herencia en vida. Más bolivariano imposible. Es la misma táctica de Manuel Pastrana con su sucesor al frente de la UGT, Francisco Fernández Sevilla. Esperemos que a ninguno le silbe Chávez en forma de pajarito.