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Groggy

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La Armada británica hizo costumbre de la entrega a la marinería de una ración diaria de alcohol, debido a que con el paso de los días el agua de los barriles solía echarse a perder y los marineros enfermaban. Al principio se les repartía cerveza y brandy, sin embargo la conquista de Jamaica puso al alcance del almirante Edward Vernon un sinfín de toneles de ron, por lo que este licor pasó a constituir la bebida reglamentaria a bordo, repartiéndose la ración de medio litro a los marineros y un cuarto a los grumetes en dos mitades al mediodía y al atardecer.

El almirante Vernon era conocido por sus marineros como 'Old Grog' por su empeño en lucir sobre el uniforme un abrigo de pelo grueso muy usado en Francia, país del que procedía su nombre: 'Grogram'; pues bien, como quiera que el propio Vernon comenzó a preocuparse al ver los desafortunados efectos que causaba en la marinería el consumo de ron, propuso al almirantazgo rebajar la ración de cada marinero con un litro de agua, bebida que los hombres de a bordo no tardaron en bautizar como 'grog'. Diluido en agua, el alcohol hacía menos efecto, pero la cantidad era mayor y tras su ingesta algunos marineros quedaban inútiles para la maniobra y su estado era consignado en las listas como 'Groggy'. La decisión de Vernon de rebajar el alcohol resultó impopular desde el primer día, aunque la tradición de dar alcohol a los marinos de forma reglamentaria continuó vigente en la Armada Británica hasta 1970, de hecho, tras la batalla de Trafalgar, se tuvo que pedir permiso a la marinería para usar un barril de su brandy como mortaja para que el cuerpo de Nelson pudiese llegar a Londres en condiciones.

Dicen que tras su derrota en Cartagena de Indias a cargo de Blas de Lezo, cuando fue retirado del servicio debido a la vergüenza de las monedas acuñadas en Londres señalando su falsa victoria, Vernon se hizo muy amigo de la bebida cuyo nombre había acuñado él mismo, y por las noches, cada vez que caía bajo sus efectos, agitaba los puños al cielo y juraba: «Lezo, Lezo, a Dios pongo por testigo de que algún día te atraparé...» De no haber sido expulsado del servicio, tal vez hubiera llegado a saber que Lezo murió tras la batalla a consecuencia de alguna de las enfermedades que se desataron en el entonces virreinato de Nueva Granada a consecuencia de la larga fila de muertos ingleses que dejó Vernon tras su retirada.