Reshmi se aferró a la vida
Una mujer resiste 17 días bajo los escombros del Rana Plaza de BangladeshAscienden a casi 1.100 las víctimas mortales del colapso del edificio, de donde se habían retirado ya los equipos de rescate
Actualizado:A media mañana de ayer, Bangladesh contuvo la respiración. Casi 17 días después del derrumbe del Rana Plaza, los servicios de limpieza escucharon lo que parecían gemidos bajo los escombros del edificio, que se vino abajo mientras casi 3.000 personas trabajaban en las cinco fábricas textiles que albergaba. Nadie creyó posible que alguien continuase todavía con vida, pero ahí, cobijada en lo que fue una sala de rezo del sótano, estaba Reshmi. Había encontrado un hueco entre una columna y la pared, y, según comentó el equipo que la rescató, había logrado mantenerse con vida gracias al agua que habían rociado los bomberos.
«Por favor, sálvenme», dijo la joven al escuchar a los obreros, que dejaron inmediatamente de remover la montaña de cascotes. Una multitud se congregó en el lugar, y las cámaras recogieron el emotivo momento en el que la muchacha, cuya edad no ha trascendido, fue sacada en camilla, aparentemente indemne, entre vítores y aplausos. «Hacía días que escuchaba a la gente trabajar, y traté de captar su atención golpeando con palos y barras metálicas todo lo que podía», contó Reshmi desde el hospital a la cadena de televisión local Somoy TV.
Pero nadie la oía. «Creí que jamás volvería a ver la luz del día», aseguró ayer. «Comí frutos secos que habían caído a mi lado, pero hacía dos días que los había acabado todos. También había conseguido llenar alguna botella con agua, y la racionaba todo lo que podía». Finalmente, alguien en la superficie se fijó en una tubería que se movía. «Retiramos algunos trozos grandes de cemento y la encontrarnos allí, de pie. Le dimos algo de comida y le aseguramos que sería rescatada pronto», relató ayer un oficial del Ejército llamado Moazzem. 45 minutos después, Reshmi salió. Con la tímida sonrisa que dedicó a quienes la esperaban, obró lo que parece un milagro.
No en vano, hace ya casi dos semanas que las autoridades de la capital, Dacca, decidieron desistir de la búsqueda de supervivientes y utilizar maquinaria pesada para limpiar la montaña de escombros en la que se ha convertido el Rana Plaza. Y, desde entonces, lo único que habían descubierto los equipos de limpieza eran cadáveres. Ya van 1.041, una cifra que, a juzgar por el hedor que envolvía el ambiente ayer durante el rescate de Reshmi, continuará aumentando.
«Cuando el edificio comenzó a moverse y a caer -el pasado día 24-, los trabajadores creyeron que estarían seguros bajo las escaleras. Por eso, ahora, cada vez que retiramos un bloque de cemento de esa parte del edificio, encontramos muchos cuerpos», explicó el general que está al frente de las tareas de rescate, Siddiqul Alam. Y los cadáveres están ya tan deteriorados que solo se puede tratar de determinar su identidad mediante pruebas de ADN. Así, casi 400 esperan todavía a ser identificados en la morgue, y 79 a los que ha sido imposible darles un nombre han sido enterrados en una fosa común.
El número de muertos, que podría terminar siendo similar al de los fallecidos en cada una de las torres gemelas destruidas por los atentados del 11-S en Nueva York, convierte ya al suceso en una de las peores tragedias industriales de la historia. Por eso, la euforia que provocó ayer el rescate de Reshmi no durará mucho. Las autoridades continúan con la investigación de lo sucedido y avanzan que el edificio, que tenía tres plantas de más, podría haberse derrumbado por las vibraciones de cuatro grandes generadores eléctricos situados en las plantas superiores.
Por su parte, la Policía ha arrestado ya a 12 personas, incluidos el dueño del edificio y cuatro capataces de las fábricas que obligaron a los trabajadores a permanecer en sus puestos a pesar de que habían aparecido grietas en las paredes. Y como no hay mal que por bien no venga, organizaciones sindicales y ONG dan la bienvenida a la presión internacional que se está ejerciendo sobre el Gobierno para que adopte medidas de seguridad mucho más estrictas en las fábricas.