Ariel Castro, en la foto policial realizada por las autoridades del condado de Cuyahoga. :: REUTERS
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Las evidencias desnudan al 'monstruo de Cleveland'

La niña es hija biológica del secuestrador, mientras que la joven hospitalizada afrontará una reconstrucción facial por los golpes recibidos

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Los envejecidos edificios del pequeño vecindario entre West 25th Street y Scranton Road, en Cleveland, hacían retroceder cada mañana a Don Myers a su infancia. Un feliz recuerdo de los que se nutría en su cotidiano paseo por las calles en las que transcurrió su niñez en los años 50 y 60 y, en especial, al contemplar la casa donde creció. Hasta que el lunes un profundo escalofrío invadió su cuerpo al saber que aquella vivienda que observaba con profundo cariño había sido el escenario del calvario sin límites que sufrieron Amanda Berry, Gina DeJesus y Michelle Knight durante los diez años que permanecieron secuestradas por Ariel Castro. «He estado de arriba para abajo en la casa un sinnúmero de veces. Cierro los ojos y veo el sótano donde jugaba. No puedo imaginar el infierno que es ahora», confiesa este jubilado de 69 años.

La consternación que sufre desde entonces Myers es la misma que atenaza a los vecinos de Castro. «Creíamos que era gay porque nunca le veíamos con ninguna mujer», afirma Aurora, que reside frente a la vivienda del agresor, en la Avenida Seymore, y fue una de las primeras que escuchó los gritos desesperados de Berry cuando intentaba huir. La normalidad, sin embargo, parecía dominar el barrio. Incluso un amigo del secuestrador, Ricky Sánchez reconoce que lo visitó hace una semana y no vio nada raro. «Lo único es que mientras estaba allí apareció una niña de seis años y Ariel me dijo que era su nieta, lo que me extrañó, pero no tenía ninguna base para discutirle», asegura el que fuera su compañero en la banda musical en la que tocaba Castro el bajo hasta que dejó de acudir a los ensayos porque «era como si no pudiera dejar su casa».

La pequeña Jocelyn, nacida en la 'casa de los horrores' en la Navidad de 2006, había sido el resultado de una violación sufrida por Berry. Ayer las pruebas de ADN confirmaron que es hija biológica de Castro, al que sin embargo no se le ha podido relacionar con otros crímenes cometidos en Ohio. Mientras, el FBI continúa comprobando la muestra para ver si coincide con diversos casos de agresiones.

El secuestrador, entretanto, continúa encarcelado en el condado de Cuyahoga, en Cleveland, y permanece vigilado las 24 horas para evitar que se suicide. Así lo explicó su abogada, Kathleen DeMetz, tras añadir que su cliente necesitaría pagar 800.000 dólares (609.000 euros) al contado para conseguir la libertad condicional. «El hombre no tiene dinero», precisó, al explicar que estaba en paro desde que en noviembre fue despedido de su empleo como conductor de autobuses escolares.

El trauma del que se recuperan Berry y DeJesus arropadas por sus familias tras una década de ausencia contrasta con la trágica situación que afronta Knight, quien continúa ingresada en un centro hospitalario porque tiene que someterse a una reconstrucción facial por las heridas que le ocasionó su agresor. «Fue golpeada con mucha severidad y además ha perdido la audición de un oído», explicó su abuela, Deborah, al tiempo que ha reconocido a Reuters que su nieta no quiere verlas a ella ni a su madre. Las culpa a ambas de no haberse preocupado y dar por hecho que se había marchado. Solo Freddie, hermano de la joven, pudo verla el lunes tras ser rescatada. «Tenía la piel blanca como un fantasma y me dijo que estaba feliz de empezar una nueva vida», aseguró.

Vigilias en televisión

Castro, además de obligar a sus víctimas a celebrar el día del secuestro, las forzaba a ver por televisión las vigilias que celebraban sus familiares para pedir su regreso. Knight, en cambio, pudo comprobar que por ella no se manifestaban sus familiares. Por ese motivo, su abuela no puede ocultar el dolor que siente por haber creído que la joven había muerto y desistir en la búsqueda. Por el contrario, su madre denuncia que los agentes no prestaron el mismo interés en buscarla que por Berry y DeJesus, que aún eran menores cuando fueron raptadas. De hecho, ayer se supo que la Policía eliminó el nombre Knight de una base de datos del FBI, 15 meses después de ser vista por última vez. Los cuerpos de seguridad alegan que fue imposible contactar telefónicamente con Barbara para saber si su hija había vuelto.

A medida que se recopilan los detalles del infierno que pasaron las tres jóvenes, la Fiscalía de Cleveland sopesa si pedir cadena perpetua o la pena de muerte a Castro por homicidio agravado, ya que el secuestrador violó a sus víctimas y luego hizo abortar a golpes a Knight en cinco ocasiones. La Policía halló una nota en el domicilio del agresor en la que presuntamente confesaba sus crímenes y pedía ayuda porque se consideraba un «depredador sexual».