
Haneke, premio al humanismo
Considerado como el poeta del desasosiego, el reconocimiento destaca su «aguda observación» de la realidad y su visión de la condición humana El director culmina con el Príncipe de Asturias un año plagado de galardones
OVIEDO. Actualizado: GuardarEl Oscar, el Globo de Oro, el Bafta y la Palma de Oro y para abrochar el año con un palmarés a rebosar, Michael Haneke, el hombre de mirada penetrante y cine poético, se lleva el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Pero este nuevo título, cuyo fallo inauguraba ayer la XXXIII edición de los prestigiosos galardones asturianos, no es, a diferencia del resto, un aplauso dirigido exclusivamente a 'Amour', el conmovedor retrato de la vejez, la enfermedad y el amor con el que este cineasta, considerado uno de los mejores del mundo, ha multiplicado sus devotos. El Príncipe de las Artes, que Haneke se lleva a Viena, donde reside desde niño, pese a haber nacido en Múnich (1942), es un «premio a toda su trayectoria». Así lo aseguraba ayer quien defendió su candidatura hasta lograr la mayoría de los votos, el director del Festival de Cine de Sevilla y exdirector del de Gijón, José Luis Cienfuegos. «El jurado no se ha dejado llevar por el fenómeno 'Amour', sino por la evolución magnífica de una carrera completa». Y así lo advierte el acta del fallo, subrayando que Haneke «ilumina y disecciona con deslumbrante maestría aspectos sombríos de la existencia como la violencia, la opresión y la enfermedad».
Su propuesta no solo fílmica, sino también intelectual -se formó en Filosofía y Psicología-, ha hecho de él «una referencia capital de la cinematografía de nuestro tiempo». Motivo éste que también construye la argumentación del Premio Príncipe. Lo proclamaba ayer en voz alta el empresario y coleccionista de arte José Lladó, presidente del jurado, para quien el hecho de que la filmografía de Haneke esté «en continua evolución», incluso su «prodigiosa virtud en la elección de sus intérpretes», le permite ingresar por méritos propios en el selecto club de los galardones que cada año concede la Fundación Príncipe de Asturias.
Propuesta por el embajador de Austria en España, Rudolf Lennkh, y apoyada por la ministra de Cultura de su país, Claudia Schmied, la candidatura de Haneke sobrevoló sobre las otras 32 restantes por constituir «una original y personalísima aproximación» de la realidad. Una realidad a la que pone focos, dice el jurado, desde un extraordinario conocimiento de la condición humana y con «radical sinceridad, aguda observación y extrema sutileza». Son esas las herramientas que le permiten mostrar los «problemas fundamentales que nos conciernen y afectan».
Son esas también las herramientas con las que, finalmente, lleva a término su empeño por arrojar luz sobre la zona más oscura y tormentosa del ser humano. Algo que lleva haciendo desde su debut en la salas de cine con 'El séptimo continente', película con la que se da a conocer, además de abrir la trilogía de la glaciación emocional sobre la violencia en la sociedad moderna. Las otras son 'Benny's video' y '71 fragmentos de una cronología del azar'.
Antes de ponerse tras la cámara, Haneke fue un respetado crítico de cine y después un guionista de radio que acabó tomando las riendas de la dirección, pero no de películas sino de televisión mucho antes de su primer título conocido. En 1989, cuando puso en cartel 'El séptimo continente', llevaba ya casi dos décadas como realizador.
Universidad de Viena
Bajo sus palabras y sus imágenes hay una intensa formación de filosofía y psicología, disciplinas que estudió en la Universidad de Viena, donde también se formó en teatro. Hoy le llaman «el poeta del desasosiego cinematográfico» por su penetrante y radical mirada sobre el mundo. Pero no solo por sus películas. También por su direcciones escénicas. A las tablas del teatro ha trasladado textos de Strindberg y Goethe, y también dos óperas, 'Don Giovanni' y 'Cosi fan tutte'.
Todo ese saber acaba también volcado en el aula. El nuevo Príncipe de las Artes da clases en la Academia de Cine de Austria. Allí, como en sus películas. habla de su implacable y personal observación de la realidad.
La fama internacional le llegó en 1997 con 'Funny Games'. Su éxito fue tal que 10 años después, en 2007, se hizo una versión estadounidense, dirigida también por él. Pero es quizá 'La pianista' la película que le coloca en el Olimpo. Con ella obtuvo el premio del Jurado de Cannes. Su siguiente gran aplauso se lo lleva con 'Caché' (mejor director en Cannes y mejor película y mejor director en los Premios del Cine Europeo) y repite con 'La cinta blanca' (Palma de Oro de Cannes, Globo de Oro y Premios Europeos). Con su último trabajo, 'Amour' volvió a conquistar la Palma de Oro. El Globo de Oro y el Oscar y el Bafta parecían cerrar su gran año, que ahora queda coronado con el Príncipe de Asturias de las Artes.