Ariel Castro.
MUNDO

Los Castro, gente de bien en el barrio

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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En el Lower West Side de Cleveland se conoce a los Castro como gente de bien, dentro de lo que es el gueto. La familia de puertorriqueños llegó a la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial y se caracterizó por ser gente emprendedora que trabajó duro, abrió tiendas, montó negocios y crió legiones de niños. En la de Ariel Castro eran nueve hermanos, tres de los cuales han sido detenidos en relación con el secuestro de las tres chicas liberadas el martes. Según el diario Cleveland Plain Dealer, «eran inteligentes, divertidos y les encantaban los coches clásicos».

Pronto dos de ellos, Pedro y Onil, empezaron a beber. El primero, que hasta entonces tenía las mejores notas en el colegio, lo dejó y se puso a trabajar en una fábrica, pero no pudo mantener el empleo con tantas borracheras. Hoy, a los 54 años, su sobrino Ariel Anthony Castro dice que tiene el cerebro tan devastado por el alcohol que es difícil mantener una conversación con él.

Al más pequeño, Onil, se le describe como alguien mucho más reservado que siguió el camino del hermano mayor y pronto se convirtió en un alcohólico. Ninguno se casó, aunque Onil tuvo dos hijos con una novia con la que vivió quince años y de la que se separó hace diez. Ahora vive solo, con la ayuda del Estado, mientras que Pedro vive con su madre. En 2004, a la muerte del padre, los nueve hermanos se repartieron 250.000 dólares (190.000 euros) y varios coches.

Ariel era con mucho el más capaz de los tres. Tocaba el bajo en grupos de jazz y de música latina. Uno de esos locales nocturnos pertenecía a la familia de Gina de Jesus, una de sus víctimas. Hasta noviembre pasado trabajaba de conductor de un autobús escolar por 18,91 dólares (14,37 euros) la hora, pero su expediente estaba lleno de borrones. En noviembre fue despedido por acumulación de faltas.