El culo... a luna
Actualizado: GuardarLa creencia contraria a la razón lógica que atribuye una explicación mágica a fenómenos y procesos es lo que conocemos como superstición. Son afirmaciones sin ningún rigor científico, pero a las que el ser humano se aferra para hacerse la vida más llevadera o para explicar la fatalidad o un golpe de suerte. Se basan en tradiciones populares que tienen como trasfondo el pensamiento mágico. Rezos, conjuros, hechizos, amuletos, ruegos, sortilegios, fetiches o cualquier ritual, estructurado y metódico, puede servir para explicar el presente, acertar el pasado o ilusionarnos con un futuro prometedor.
El mundo del teatro reniega del color amarillo, según dicen en homenaje a la muerte en escena de Moliere. ¿Quién ante una mala noticia que le pasa rozando no toca madera instintivamente? Pasar por debajo de una escalera, que se te cruce un gato negro en tu camino, romper un espejo, dejar unas tijeras abiertas, tirar la sal, que te regalen conchas, pegar un objeto de cristal que se te ha roto, entrar con el pie izquierdo, sólo son algunos ejemplos de lo que puede ser el sentir funesto de un agorero. Sin embargo, que te pique la palma de la mano, que te zumben los oídos, tener una herradura detrás de la puerta, poner perejil fresco a una imagen de San Pancracio, que te regalen romero, que entre un grillo en tu casa, llevar algo prestado, algo nuevo y algo viejo el día de tu boda, o tener una pata de conejo, son señales de que tu suerte va a cambiar para bien. Se te asegura que acabará tu ruina y que te sonreirá la fortuna.
A este pobre país, que según nos dicen ha vivido por encima de sus posibilidades, parece que lo ha mirado un tuerto. No hay motivos para pensar que nuestra suerte vaya a cambiar. Cada vez nos retrasan más la salida del túnel, cada vez el fondo del pozo está más profundo. Los datos macroeconómicos que manejan, los mismos que nos han llevado a la ruina, y que parecen verdear, no se trasladan a las familias, que continúan sumidas en ‘economía de guerra’. Gracias a la red social y familiar de apoyo se va consiguiendo mitigar a duras penas esta crisis sin precedentes, el problema es que la desesperación nos está llevando al agotamiento, sobre todo emocional.
Hay un cuento por ahí que dice que si en noche de luna llena le enseñas el culo a la luna con un billete no te faltará lo imprescindible para vivir.
¿Se imaginan los seis millones doscientos mil parados enseñando el culo a la luna una noche de luna llena? A lo mejor nuestro Gobierno, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la canciller alemana, al ver tanto calvo junto, en un hilarante ataque de risa, se apiadan de nosotros y por fin nos cambia la suerte.