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El patriarca Kirill con Putin, ayer en la celebración de la Pascua ortodoxa. :: SERGEI CHIRIKOV / EFE
MUNDO

Putin entierra sus promesas en un año de retroceso

El presidente ruso carece de una estrategia de Gobierno y sólo se aferra a mantener a raya a la oposición con mano dura

RAFAEL MAÑUECO CORRESPONSAL
MOSCÚ.Actualizado:

Ha pasado un año desde que Vladímir Putin tomó posesión para un tercer mandato al frente de Rusia y lo más palpable de su gestión en estos doce meses ha sido un aumento sin precedentes de la represión contra las libertades, los partidos opositores y las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Pero al presidente le critican no solamente por sus métodos autoritarios, sino también por carecer de programa y estrategia para desarrollar y modernizar el país y por haber llevado a Rusia a un «callejón sin salida».

Durante la campaña electoral, Putin anunció una «paulatina» democratización de la vida política, la creación de una «nueva economía», menos dependiente de las materias primas, luchar contra la corrupción, mejorar el nivel de vida de la población y disminir las diferencias sociales, así como incrementar las prestaciones sociales. Casi nada se ha cumplido.

«Nuestra sociedad se ha hecho más madura, activa y responsable. Tenemos que renovar los mecanismos de nuestra democracia», escribía Putin en un artículo publicado en el diario Kommersant poco antes de las presidenciales de marzo de 2012. En otra columna en el rotativo Védomosti, aseguraba que «hay que limitar la compra de nuevos activos por parte de las compañías estatales. Los gigantes no deben dejar fuera a los pequeños y medianos empresarios». Sin embargo, los supuestos mecanismos de la democracia rusa, si es que se han renovado, lo han hecho en el sentido involutivo. La economía sigue monopolizada por los grandes consorcios energéticos y corrompida hasta la médula.

El ex primer ministro Mijaíl Kasiánov sostiene que Putin «carece de programa y ha colocado al país en un callejón sin salida». Mientras, expertos como el economista Serguéi Aleksáshenko consideran que el principal factor que impide el despegue del país es su descomunal corrupción. El presidente reconoció el año pasado que es una práctica «sistemática». Pero esta lacra parece que es el precio que hay pagar cuando desde el poder se exige a las fuerzas de seguridad y a los tribunales que apliquen la ley de forma selectiva contra los adversarios de la política del Kremlin. A cambio de determinados servicios, se exige mirar para otro lado cuando se mete la mano en el erario público o se elaboran esquemas lucrativos abusando de las atribuciones que confiere el cargo.

El politólogo Gueorgui Satárov, jefe de la fundación anticorrupción Indem, denuncia que los actuales dirigentes rusos «violan las leyes que ellos mismos promueven» y de ahí el círculo vicioso que impide establecer unas reglas del juego estables. En su reciente «línea directa» con lo televidentes, espectáculo propagandístico que se organiza ya por onceava vez, Putin dijo que «en todas partes hay corrupción» y echó la culpa de los males de la economía del país -que días después calificó de «alarmantes»- a la recesión que padece Europa.

Descontento social

El mandatario estuvo casi cinco horas respondiendo a preguntas filtradas previamente. Y es que, según un sondeo del centro sociológico Levada, el 55% de los ciudadanos preferiría que en los próximos comicios, a celebrarse en 2018, no salga elegido Putin. El problema es que nadie tiene garantías de que las elecciones no vuelvan a manipularse, como la oposición asegura que sucedió con las presidenciales del año pasado y las legislativas de diciembre de 2011.

El fraude electoral fue precisamente el detonante de las protestas callejeras contra las que Putin se ha empleado a fondo en estos últimos doce meses. Hace justo un año, en la víspera de la investidura de Putin, tuvo lugar una manifestación en la plaza Bolótnaya de Moscú, muy cercana al Kremlin, que acabó en enfrentamientos con la Policía. Satárov cree que aquellos disturbios fueron organizados desde el poder para justificar la ola de represión que se desató después y que dura hasta nuestros días. El Ayuntamiento de la capital ha autorizado para hoy un mitin opositor en el mismo sitio, pero el director de Indem está convencido de que, pese a la aparente permisividad, el hostigamiento se recrudecerá todavía más.