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ESPAÑA

Bárcenas se llevó «todo lo que pudo» a paraísos fiscales

Recién nombrado senador, se jactaba ante los bancos suizos de poder hacer un millón de euros cada año Documentos internos del Dresdner Bank revelan que el extesorero garantizó a la entidad ingresos jugosos

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Sin medias tintas. Trato vip para un cliente que ya avisaba a su banco en Ginebra que no tenía el más mínimo escrúpulo para sacar de España hasta el último céntimo e ingresarlo en Suiza y que se jactaba de ser capaz de ingresarles un millón de euros al año sino le ponían demasiados problemas. Y así, con esa frialdad, lo reflejaron los responsables del Dresdner Bank en sus informes internos. Unos papeles que revelan que los banqueros se limitaban a ingresar el dinero que Luis Bárcenas metía a espuertas y en metálico en sus continuos viajes al país helvético y que, más allá de preguntas de compromiso, nunca intentaron siquiera comprobar las inverosímiles coartadas que el extesorero del PP esgrimía cada vez que aparecía con un fajo de billetes en el mostrador.

«'Client brings off shore anything he can save' (el cliente trae de España todo lo que puede ahorrar)». La reveladora frase la escribió un empleado de la sucursal, que firma A. M. Rodríguez, en el «reporte de visita» de Bárcenas al Dresdner de Ginebra. Los destinatarios eran sus superiores y la fecha era el 22 de marzo de 2002. Ese mismo día, el entonces gerente del Partido Popular había ingresado en metálico 140.000 euros. Pero hubo pocas preguntas a un cliente que llegó a tener en esa misma sucursal a su nombre 22 millones de euros.

Constructor y marchante

«Ese dinero en efectivo proviene de sus actividades inmobiliarias y negocios de construcción domésticos. Este negocio lleva años siendo muy rentable y muestra un gran potencial para 2002 y 2003», apuntaba el gestor de Bárcenas, dando por buena la versión que le daba el propio interesado y sin pedir mayores explicaciones. Así no era extraño que el exsenador estuviera realmente contento de cómo le trataban en Suiza. «(El cliente está) muy satisfecho con nuestro servicios», afirmaba Rodríguez.

En realidad, jamás el Dresdner mostró especial celo en saber de dónde venía la fortuna. Desde que abriera la cuenta en Ginebra en la que terminó acumulando el grueso de su fortuna, el 29 de enero de 2001, al banco le pareció bien todo lo que le contaba Bárcenas. «El cliente posee varias empresas que operan en sectores como el energético, el inmobiliario y el publicitario», indican los informes internos, que no recogen un solo documento que prueben que era cierto que Bárcenas era un empresario y que ese dinero venía de esos negocios.

Bárcenas decía ser un constructor de éxito, pero cuando contaba otra historia tampoco pasaba nada. Al Dresdner le bastaba el dinero encima del mostrador. Así ocurrió el 9 de marzo de 2003 cuando el extesorero popular apareció con «150.000 euros en efectivo». «Una vez más, el dinero proviene de la venta de un cuadro del siglo XVI. Lo que hizo fue comprar junto un especialista en arte dos viejos cuadros a un precio justo. Los llevó a restaurar y los vendió a un coleccionista de arte por tres veces el precio pagado por él», apuntaban dos gestores que firman solo con siglas su «informe de visita». Lo mismo sucedió el 16 de abril de 2004. Otros 150.000 en efectivo en la sucursal de Ginebra y cero preguntas. «Es el importe obtenido por la venta de arte». Y punto.

España es así

Solo dos meses después, otra visita. Otro ingreso millonario en metálico el 2 de julio de 2004. Y otra historia poco creíble, como que en España todo se paga en efectivo, que para el banco de Ginebra era de lo más natural siempre que hubiera dinero de la mesa. «Como ya expliqué en anteriores informes de visita, el dinero procede de la venta de cuadros preciosos que adquirieron el cliente y un amigo experto. Se restauraron y se vendieron inmediatamente. Es muy corriente en España que este tipo de transacciones se paguen con dinero en metálico».

No había preguntas porque había mucho dinero en juego y, sobre todo, la promesa de que los millonarios ingresos regulares siguieran. En una nueva visita a la sucursal de Ginebra el 1 de noviembre de 2004 Luis Bárcenas, por entonces ya senador en activo, llegó incluso a pavonearse de la cantidad de dinero que podía seguir metiendo en el banco. «Opciones específicas para incrementar el patrimonio: puede incrementarlo en un millón de euros anuales mediantes negocios con objetos de arte», dice el informe de la entidad bancaria.

Y no solo eso, ese mismo día el recién elegido parlamentario por Cantabria aseguró a su banco que tenía capacidad para invertir en breve «varios millones», sin especificar exactamente la cuantía, en el ya conocido proyecto urbanístico en Baqueira (Lérida) para construir «chalés de lujo con un margen de beneficio del 200%». Los responsables del Dresdner, en esos informes, se muestran deslumbrados por el gran potencial del su cliente español. Más cuando llegan a la conclusión de que «es evidente que tiene otras tres grandes cuentas en Suiza» y que, si saben hacerlo bien, ese dinero podría terminar en su banco. Ante esas jugosas perspectivas de negocio, ni preguntas ni molestar a Bárcenas. «Nunca llame al cliente en España», se advierte en letras mayúsculas en uno de esos informes bancarios.