El presidente de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, en una rueda de prensa en Minsk. :: VIKTOR DRACHEV / AFP
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La crisis en Bielorrusia acorrala al 'último dictador de Europa'

La grave situación económica del país obliga a Lukashenko a elegir entre la democracia exigida por la UE o ceder su soberanía a Rusia

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Bielorrusia está padeciendo serios problemas para devolver su abultada deuda y el fantasma de la quiebra se agita sobre el horizonte. El diario económico 'Financial Times' estima que el país eslavo necesitará un «rescate» de 3.100 millones de dólares (2.380 millones de euros) para solventar la situación. La cuestión es de dónde sacar semejante suma. El Fondo Monetario Internacional (FMI) hace tiempo que advirtió a las autoridades de Minsk que no habrá más créditos mientras no acometa profundas reformas estructurales de la economía. Por su parte, la UE, que aplica actualmente sanciones contra el régimen de Alexánder Lukashenko, podría echar una mano, pero solo a cambio de democratizar el sistema político.

Lukashenko, sin embargo, no está dando señales de disponerse a liberalizar su economía y, mucho menos, de ceder ni un ápice de influencia a la oposición, a la que mantiene fuera de los muros del Parlamento y a la que no deja de hostigar y reprimir. ¿Qué salida le queda entonces al 'último dictador de Europa'? Según los analistas, echarse en los brazos de Moscú, algo que ya viene haciendo desde hace tiempo. Pero esta vez no va a ser suficiente con formar parte de la Unión Aduanera, junto con Rusia y Kazajstán, o con acuerdos como el recién firmado para el despliegue de una base aérea del Kremlin en territorio bielorruso. Los analistas creen que Lukashenko va a tener que ceder totalmente la soberanía de su país a su homólogo Vladímir Putin.

Lukashenko, un antiguo director de Koljoz (cooperativa agraria soviética), llegó al poder en 1994, instauró un modelo económico basado en el sistema de planificación propio de la era comunista y utilizó el señuelo de la unión con Rusia para conseguir carburantes a precios subvencionados. Bielorrusia se convirtió así en el principal productor de artículos de consumo de bajo precio para un gran número de regiones rusas, cuyos habitantes carecen de poder adquisitivo para comprar lo que llega de la UE.

Más contrapartidas

El milagro económico bielorruso hace tiempo que empezó a desmoronarse. Rusia ha concedido al país créditos para enderezar su depauperada economía y les ha estado vendiendo el petróleo y el gas a buen precio. Pero el paraíso no podía ser eterno. Moscú exige ahora más contrapartidas económicas, como la privatización de las principales empresas estatales bielorrusas a favor de corporaciones rusas, y también políticas, como el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia.

Lukashenko podría tener los días contados como presidente bielorruso. Si acude a Occidente, sería el final de su dictadura. Si lo hace hacia Oriente, su país se convertiría paulatinamente en una provincia más de Rusia. En tal caso, su permanencia al frente de la república dependería directamente de los designios del Kremlin.